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Mensaje a los Mossos en el 1-O: «Recordad que sois la Policía de la Generalitat»

Un mosso de servicio el 1-O narra que les sacaron de las calles de madrugada para permitir que la ANC colapsara los colegios y luego les instaron a no actuar

Laura L. Caro

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La madrugada del 1-O se dieron órdenes para que no hubiera ni un solo mosso por las calles durante más de una hora. Las patrullas de noche empezaron a replegarse a las cinco y cuarto para cumplir con la instrucción inédita de estar de regreso en las bases policiales a las 5,30, treinta minutos antes de lo habitual. Salvo en los 163 colegios «ocupados» en los que pernoctó gente atrincherada desde el viernes, en la mayoría de los restantes «no había nadie».

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El relevo que debía empezar servicio en ese momento, a las seis de la mañana, se retrasó: fue convocado a un «briefing», de modo que los primeros agentes no hicieron aparición en las escuelas hasta una media hora después. Lo que encontraron fue los accesos a los centros educativos ya colapsados por ciudadanos con niños y ancianos a modo de escudo humano y a los voluntarios de la ANC y Òmnium esperando a la policía catalana incluso con claveles, por que ya sabían de sobra que les iban a dejar votar.

«La ANC y Òmnium tenían esa información de antemano, conocían perfectamente que de 5,30 a 6,30 de la mañana iban a tener el camino libre, completamente libre, y así pasó...», relata a este diario un mosso que, como tantos, dobló turno de trabajo de 12 horas el día del falso referéndum y para quien ha llegado el momento de mostrar la «impotencia» por la que están atravesando «muchos, muchos –subraya– de los compañeros que no están a favor del régimen en Catalunya». Y que la jornada de autos sintieron la «vergüenza» de ser «claramente utilizados por una policía política».

Aquella cuyos mandos repitieron el 1-O cada turno antes de activarlo la misma recomendación: «Recordad que sois la Policía de la Generalitat, nos dijeron», narra el agente.

«Las Unidades de Seguridad Ciudadana (USC) han de salir a la calle y hacer ver que cumplen las órdenes de la Fiscalía y el Tribunal Superior de Cataluña (TSJ), –continúa– pero se nos da mandato expreso de que no saquemos la defensa policial a no ser que esté en peligro nuestra propia vida. Se hace un énfasis especial, como jamás se había hecho, en el principio de "proporcionalidad".... esto es: se nos insta a no actuar, con la excusa de no generar un mal mayor ».

En esas breves reuniones previas que se producen el sábado y el domingo, hay policías que hacen ver que en tales condiciones no será posible cumplir el cierre de colegios dispuesto por los jueces. Tales comentarios son recibidos con silencios y signos de malestar por parte de los jefes. Los mossos de base se percatan de que las órdenes también tienen como fin que no puedan realizarse identificaciones policiales, de modo que no se pueda proceder contra nadie por desobediencia administrativa, que conlleva detención en caso de ser grave.

Con «gafas de madera»

«Nada de identificaciones, no existe ni una, nada de uso de la fuerza, nada... de nada... presencia policial y punto. Lo que en la jerga se conoce como "chicos, poneos las gafas de madera", esas con las que no se ve qué está pasando» , resume el mosso.

Prueba del «paripé» –palabra con la que se refiere al operativo fraudulento montado por la Generalitat– son las actas «proforma» que se entregan a los agentes, diseñadas para justificar lo que iba a pasar antes de que sucediera. Así, estas certificaciones «ya tenían impresas casillas para marcar una "X" en los supuestos de que no se pudieran precintar las escuelas por: uno, negativa de los presentes; dos, por imposibilidad de acceder al interior o, tres, por evitar disturbios de personas y bienes». Muchos de estos papeles, destinados a la Fiscalía, se habían rellenado incluso en los días previos.

ANC y Ómnium tuvieron de antemano en su poder copia impresa de todas estas instrucciones del mayor del Cuerpo, Josep Lluis Trapero, y de las actas, asegura la fuente, que denosta este «compadreo impropio», además con colectivos radicales tan bien conocidos por la policía catalana. «Esos, los mismos que nos aplauden hoy nos escupirán mañana , como hicieron en el pasado», vaticina.

Conviene en este punto no perder de vista que el mosso revela pormenores críticos bajo compromiso de este diario de preservar su anonimato y sus coordenadas. «Nuestra División de Asuntos Internos me perseguiría antes que al fundador del llamado grupo de "Mossos por la indepèndencia" que pertenece a la sectorial de Seguridad Pública de la ANC y se ha especializado en mensajes hispanofóbicos contra compañeros que legítimamente se sienten catalanes y españoles, como yo» , indica. Dice que hubo un tiempo en que trató de razonar con secesionistas, pero le aconsejaron que mejor se fuera a la Guardia Civil o a la Policía Nacional y que así «purgaban a los insurrectos», mensaje que –subraya– han repetido mandos intermedios estos días.

Aun así, el agente quiso estar en la calle el 1-O para ser «testigo real», aunque hoy lamenta que se sintió como un «títere». Explica que veinte mossos de las comisaría de distrito de Sitges y Vilanova hicieron coincidir esa fecha con una baja médica para escapar «de la farsa, de ese teatro» que les hubiera tocado desempeñar.

El trabajo sucio

El resultado de la deslealtad de los Mossos el día de la votación ilegal y de la consiguiente intervención de los dos cuerpos de seguridad de ámbito nacional mencionados está ya en una página triste que con desigual rigor se ha escrito dentro y fuera de España.

Los mossos «de a pie» que fueron a los colegios lo hicieron por parejas, «sin coche y solo con un portátil y una mochila con agua y bocadillos», lo que garantizó la inacción. Ahí, admite, hubo muchos colegas suyos «afines al independentismo» que disfrutaron y hasta votaron, pero otros sufrieron sin oportunidad de cumplir su juramento con la legalidad. Lo que vendría después también estaba preparado, en términos de una «trampa» de la que fue presa el Ministerio del Interior exponiendo a las unidades de policías y guardias civiles que actuaron en toda Cataluña.

«¿Cómo pudieron confiar en los mandos de los Mossos y en su lealtad. –se pregunta la fuente– Policía y Guardia Civil tenían que hacer el trabajo sucio, quedar como los malos... y nuestras órdenes eran dejarles actuar desde las ocho de la mañana. Que si nos encontrábamos con ellos diéramos un paso atrás y se lo transmitiéramos a nuestros superiores. Nada más». No hubo, sin embargo, consigna alguna para entorpecer o enfrentarse a estas fuerzas, aunque el agente sugiere que sí hubo colegas suyos que «aprovechando esas instrucciones vagas transmitidas para que incurriéramos en una dejación de funciones, decidieron que no se conformaban con ver el espectáculo sin participar del mismo».

«Policía Nacional y Guardia Civil cayeron en el juego de la Generalitat y entraron cuando ya la partida y todas las fichas estaban muy bien colocadas en el terreno, incluidos escudos humanos y utilización de menores para sus fines. Las fotos que querían difundir al mundo se estaban revelando al a perfección. Todo había sido estudiado con detalle» , reflexiona.

Y añade, «ningún mosso ha podido denunciar ni actuar ante los hechos descritos por temor a ser señalados y que se produzca alguna llamada que acabe, por ejemplo, con la posibilidad de ascenso. Pedimos que el Ministerio del Interior no deje desamparados a los que queremos defender la legalidad vigente y si se tiene que intervenir este Cuerpo, que quede intervenido».

Hasta este diario han llegado comunicados y otros testimonios parecidos de mossos que han sido descartados al no poder probar su autoría.

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