Puigdemont, un regreso imposible sin pasar por la Justicia

El independentismo alimenta el delirio de un retorno triunfal del fugado para culminar la secesión

El Tribunal Supremo mantiene la orden de captura para el caso de que el 'expresident' pise suelo español

Puigdemont y los consejeros de Junts, en Waterloo Efe

Desde su fuga, Carles Puigdemont ha mantenido viva la idea idílica con el independentismo de que volvería a Cataluña . En la campaña de 2017 lo dijo él mismo y desde hace unas semanas, su entorno repite una y otra ... vez que su regreso a España serviría para «culminar» la secesión . Los últimos en recordar que Puigdemont está ahí, en el imaginario independentista, han sido Quim Torra y Laura Borràs , pero también el propio 'expresident', que en su último cumpleaños (diciembre), el de los 59, auguró (por las redes sociales de internet) que el próximo lo celebrará «en casa».

El puigdemontismo lo fía todo a lo que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ( TJUE ) decida sobre su inmunidad (retirada por el Parlamento Europeo y no recobrada cautelarmente ). Sin embargo, fuentes del Tribunal Supremo consultadas por ABC recuerdan que en España, al margen de la inmunidad parlamentaria a nivel de la Unión Europea ( UE ), el procesamiento del expresidente de la Generalitat fue anterior a su obtención del acta de diputado en Bruselas. Por lo tanto, si Puigdemont pisa España, será detenido. Lo que está en juego en el TJUE es la capacidad de movimiento de Puigdemont por el resto de la UE.

Desde el primer minuto que Puigdemont salió de España, en octubre de 2017, el ya expresidente de la Generalitat puso en marcha la idea idílica con sus seguidores de que volvería en cualquier momento para, sobre todo, finalizar lo que había empezado. Solo unos días antes de las elecciones del 21-D (2017) apuntó: «Si la voluntad del pueblo de Cataluña es que sea investido 'president', tengo que estar en Palau». Y se mostró tranquilo, como aspirante a héroe nacionalista, al señalar: «Arriesgarse a ser detenido por las ideas que te pueden llevar a la Presidencia es un riesgo que quizá vale la pena correr».

Con o sin inmunidad, el 'expresident' sería detenido en España, pues su procesamiento precedió a su elección como diputado

Ahí sigue. Más de cuatro años después, Puigdemont sigue instalado en Waterloo ( Bélgica ), sin volver a España y sus escarceos penitenciarios se deben más a la creencia de que no será apresado fuera de nuestro país que al buen hacer de la reciprocidad europea en las órdenes de detención.

Llevar la batalla a Europa

Tras las elecciones autonómicas de 2017, Junts ganó la partida a ERC , no las elecciones, que fueron para Ciudadanos (Cs), pero el protohéroe nacionalista cimentó la idea del regreso a Cataluña. Se impidió, en cumplimiento de las leyes y de la lógica, que fuera investido presidente de la Generalitat a distancia, como deseaba, pero en ningún momento hizo nada por volver. Todo lo contrario.

Viendo que el Tribunal Supremo seguía su camino enjuiciando a sus compinches en el 'procés' , se agarró a la vía europea y se presentó como candidato a la Cámara de Bruselas en 2019. Sus seguidores, organizados básicamente alrededor de Junts, una formación creada a imagen y semejanza de Puigdemont, le premiaron derrotando a Oriol Junqueras ( ERC ), que también se presentó para eurodiputado , socio y rival a la par, quien descartó la fuga en 2017 y optó por explotar el victimismo político sin salir de España.

Cuando ahora se le pregunta por la cuestión, Puigdemont mantiene el mismo horizonte: regresar a su casa. Al menos, así lo señala en público. Un tema recurrente, que mantiene las filas prietas entre los más fieles partidarios del 'procés'. En octubre de 2021 volvió a tomar fuerza política un hipotético regreso a España. Una vuelta en forma y manera triunfales.

El 'expresident' afirmó en una conferencia en Bélgica que su meta es «volver a Cataluña como hombre libre y levantar la suspensión de la declaración unilateral de independencia ». Pura utopía que contenta a los estertores del 'procés'. Incluso a Torra, que fue ungido por el fugado como su sustituto tras fracasar el intento de investidura a distancia en 2018, pero que no en pocas ocasiones se ha mostrado escéptico con el futuro por el poco atrevimiento nacionalista de los partidos.

Hace unos días, Torra defendió en TV3 la vuelta de Puigdemont como la chispa que podría reactivar el 'procés', pero a la que debería seguirle un movimiento popular: «Solo el regreso no significará que nos movamos a ningún sitio. Si este regreso va acompañado de una movilización popular para culminar la independencia, es otra cosa». Sin embargo, ni vuelta de Puigdemont ni «movilización popular».

En esta línea se manifestó en una entrevista para 'El Nacional', también a inicios de este 2022, Laura Borràs , presidenta del Parlamento de Cataluña y líder más famosa de Junts, a la cuestión sobre un supuesto retorno del fugado: «El independentismo también tendría que hacer alguna cosa, porque es evidente que esta sería la principal victoria de los que hemos estado sosteniendo que nuestra lucha es una lucha legítima para defender lo que es legítimo. No solo lo que es justo, sino legítimo; porque había un gobierno que fue destituido, y comportó el exilio y la prisión y después la gran represión contra personas que han dado apoyo a esta legitimidad. Es evidente que su retorno tiene que poder ser una oportunidad para culminar la independencia de este país».

Borràs, igualmente, reconoció que Puigdemont es la argamasa de Junts: «El 'president' Puigdemont sigue siendo lo que nos aglutina en Junts». De esta manera, vino a reconocer que la fuga y todo el periplo del que fuera presidente autonómico entre 2016 y 2017 mantiene vivo a un partido que, recogiendo el voto popular de lo que fue CiU , se debe conformar en 2021 con ser el tercero más votado. En las elecciones de 2021 obtuvo 32 escaños. El PSC y ERC, 33 cada uno. Y por compararlo, en 2017 Cs , que fue la fuerza más votada, consiguió 36 asientos.

En cualquier caso, la Justicia sigue su camino y la situación procesal de Puigdemont no cambiará sustancialmente en un futuro inmediato. Tampoco se espera que el Tribunal de Justicia de la UE resuelva a corto plazo el tercer recurso que el prófugo tiene pendiente allí, que es el más importante: el relativo al levantamiento de la inmunidad acordada por el Parlamento Europeo en marzo del pasado año.

Sin escapatoria

Esa inmunidad es clave para aclarar su horizonte judicial y político. Si se la devuelve, estaría en la misma situación en la que se encontraba mientras la Eurocámara tramitó el suplicatorio del juez Llarena: sin poder ser detenido en el extranjero y con posibilidad de detenerlo en España en cualquier momento. Si, por el contrario, el TJUE no le da la razón, las euroórdenes ya se podrían ejecutar sin obstáculo. En este momento, a la espera de la decisión de ese tribunal y de la cuestión prejudicial que el juez Pablo Llarena planteó sobre la interpretación de la euroorden por parte del Bélgica, las órdenes de detención europeas no están retiradas, pero sí suspendidas. Por eso en este momento Puigdemont puede respirar tranquilo. Y es que, como sucedió en septiembre en Cerdeña , cuando tras ser detenido, la Justicia italiana optó por dejarlo en libertad a la espera de la resolución de esas cuestiones pendientes, es más que previsible que otros países de la Unión actúen de la misma forma.

En España la situación es diferente. Fuentes del Tribunal Supremo sostienen que si entra en el país, inmediatamente sería detenido, con o sin inmunidad. Y ello porque mientras los miembros del Parlamento Europeo gozan de esta protección en el territorio de cualquier Estado miembro frente a cualquier detención o actuación judicial, en su propio territorio nacional la inmunidad reconocida es la misma que la de los miembros del Parlamento del país en cuestión. Traducido esto al Reglamento del Congreso y Senado español, significa que las órdenes de búsqueda, detención e ingreso en prisión adoptadas con posterioridad al procesamiento son viables y además no están condicionadas a la petición de suplicatorio o de alzamiento de la inmunidad.

Eso sí, ya preso, el instructor tendría que permitir su desplazamiento a reuniones de la Eurocámara, salvo en el supuesto de que, ponderando circunstancias como el riesgo de fuga, estime que esa prisión provisional debe mantenerse. En ese caso, según ha establecido el Tribunal de Luxemburgo , tendría que «solicitar a la mayor brevedad» al Parlamento Europeo que suspenda su inmunidad.

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