Puigdemont se inclina por Turull para asfixiar a ERC

Su idea es situar al exconsejero como su sucesor para presidir la Generalitat

Turull llama por teléfono a Puigdemont desde el Parlament, tras la elección de Torrent como presidente de la Cámara EFE

28/01/2018
Actualizado 29/01/2018 a las 08:26h.

Incluso Puigdemont tiene asumido que no será presidente . Las mismas agallas que le faltaron para declarar la independencia con todas las palabras y el mismo sentido de la política y de la Historia que le faltó justo a continuación para encerrarse en el Palau ... de la Generalitat, convocar al pueblo soberano para que le protegiera, y firmar los primeros decretos que dieran forma a la república catalana, le faltan hoy para volver a España y pagar con la cárcel «el honor de ser vuestro presidente» –como tantas veces prometió en su campaña electoral–. O para bloquear la política catalana hasta que pueda ser investido, reclamando la «restitución de la legitimidad quebrada por la aplicación del 155», y «la aplicación de su victoria democrática del 21-D» para poner en un compromiso tanto al Gobierno como a Esquerra.

En lugar de tomarse en serio su declarada independencia, su victoria electoral y la propia Presidencia de la Generalitat, es el primero que juega al autonomismo que tanto critica, haciendo el pillo como si burlarse del Estado fuera lo mismo que romperlo.

Su último plan es forzar de cualquier modo algún tipo de investidura , ni que sólo sea simbólica, para molestar al Gobierno. Ha sido una constante del llamado «procés» que las cosas se hicieran mucho más para molestar al Gobierno que por su propia profundidad y sentido. Ni Oriol Junqueras ni Quim Forn están en la cárcel, ni Carles Puigdemont y algunos de sus exconsejeros están huidos en Bruselas por haber declarado la independencia sino por haber jugado a declararla, por haber «hecho el indio» con ella.

Cuando Puigdemont haya obtenido su premio de consolación –que es muy dudoso que pueda obtenerlo porque los últimos movimientos del Gobierno dejan muy poco margen para forzar reglamentos sin ponerse en notables problemas con la Justicia– su idea es que Jordi Turull asuma en su nombre y lugar la Presidencia de la Generalitat, cuando la presidencia de Puigdemont sea anulada por cualquier tribunal, para matar la vía de Esquerra de reivindicar el «Govern legítim» con la investidura de Oriol Junqueras.

Los convergentes recurrirían al argumento de que una vez salvada la idea de la legitimidad con la investidura –aunque fallida– de Puigdemont, lo que toca es tener un Govern y un presidente con capacidad operativa , y que ello no es posible ni desde Bruselas (Puigdemont) ni desde la cárcel (Junqueras).

Artadi, la verdadera candidata

Turull no es un hombre apreciado ni en el PDECat ni en el entorno de Puigdemont (Junts per Catalunya). En el PDECat desconfían de su súbita conversión al más alocado independentismo y en JxC desconfían de sus pocas luces. Si han pensado en él es como parada intermedia. Son plenamente conscientes de que en pocos meses será inhabilitado, cuando el juez Llarena dicte el auto de su procesamiento . Entonces la verdadera candidata, tanto de Puigdemont como de Junts per Cataluña, Elsa Artadi, habrá tenido un año para foguearse como consejera y será más fácil su ascenso a presidenta, porque al estar también Junqueras inhabilitado, ERC se habrá quedado sin candidato «legítimo» y a fin de cuentas quien ganó fue Convergència.

Elsa Artadi no cuenta hoy con el entusiasmo de PDECat. Marta Pascal literalmente la odia porque considera una traición que Artadi se diera de baja del partido para poder ir como independiente en la lista de Junts per Catalunya. Por otra parte, Puigdemont asume que si la impusiera como presidenta, sin el pretexto de ninguna «legitimidad», tendría que pagar un alto precio en contrapartidas gubernamentales a los republicanos. Continúa el lío en Cataluña, pero estrictamente local, tribal y autonómico.