Puigdemont crea su propio partido pero no será candidato

La asamblea constituyente del nuevo partido se realizará el 25 de julio, y entre sus promotores están los exconsejeros presos Forn, Turull y Rull, pero no en cambio nombres como Borràs, Buch, Batet o Puigneró —aunque este último es el preferido por Puigdemont como líder electoral— . Tampoco firma Mas. Con el apoyo de los políticos presos, Puigdemont ha entendido que no conseguirá vencer la resistencia del PDECat a disolverse dentro de Junts —a lo que ya se negaron en su momento— si no es con la amenaza directa de crear su propio artefacto electoral. Se sabe líder natural del independentismo irredento y tiene claro que al PDECat, pese a su implantación, la ola puigdemontista le pasará por encima.

El partido ya rechazó la propuesta del fugado Puig y de los exconsejeros presos de convocar una asamblea constituyente de JpC para alumbrar a un nuevo partido e invitar al PDECat a decidir si se subsumía en la nueva marca. La negativa de los herederos de CDC —como también pasó con la OPA de la Crida que lidera el también preso Sànchez— generó un agrio cruce de manifiestos entre los partidarios de unir su suerte a la de Puigdemont y la de quienes, principalmente desde el territorio, piden seguir manteniendo la marca del PDECa t.

El anuncio, el miércoles, de que los consejeros encarcelados renunciaban al debate interno en el PDECat se leyó en primera lectura como un intento de apaciguar los ánimos. No era así, sino el preludio del anuncio de que se estaba a punto de alumbrar un nuevo partido. La incógnita ahora es conocer qué hará el grueso de la militancia del PDECat y si el partido como tal, para evitar concurrir a los próximos comicios por separado, traga y se subordina a Puigdemont o intenta algún tipo de acuerdo electoral.

Persisten dudas, pero lo que sí parece decidido según confirman a ABC fuentes de su entorno es que Puigdemont no será cabeza de cartel electoral. Pese a que el fugado vio en el presidente de la Cámara de Comercio, Joan Canadell, un revulsivo y un buen banderín electoral —«se encariñó de él», aseguran las mismas fuentes—, el expresidente se inclina finalmente por la opción sensata —dicho así, vistas las alternativas—, del consejero de Políticas Digitales, Jordi Puigneró.

Gris pero fiable, aunque con unos índices de conocimiento muy bajos —ahora mismo su principal hándicap—, Puigdemont ve en Puigneró a alguien que no aflojará en hacer del conflicto su razón de ser política, pero a la vez capaz de gestionar con eficacia el gobierno de la Generalitat —lo que históricamente había sido el sello de CDC antes de que sus herederos enloquecieran—. La consejera de Cultura, Laura Borràs, que también se había barajado como candidata, tiene el conocimiento y el carisma del que carece Puigneró —incluso la vitola de mártir tras ser imputada por sus «trapis» pasados, según su propio lenguaje—. Pero es precisamente su futuro judicial, y la percepción de que sería tan buena candidata como pésima gobernanta, lo que la ha apeado de la carrera.