Procés y «procesistas»

Otro de los aspectos en común es el lamento por las infraestructuras en general y el corredor mediterráneo en particular. Pero lo más llamativo es cómo unos y otros reconocen que el plazo que ellos mismos fijaron para construir el Estato catalán de 18 meses es una quimera. Todos saben que nunca se producirá una declaración unilateral de independencia, ni hoy ni mañana, pero no todos lo asimilan de la misma manera. Y he aquí la sutil diferencia: quienes conscientes de que la cosa va para largo siguen soñando con una Cataluña independiente (aunque desconozcan como llegar a ella); y los que asumen que ese estado catalán no será nunca, pero han descubierto que en el «procés» no se vive tan mal.

Recientemente escuché a un destacado -y emergente- dirigente catalán denominar a este colectivo como «los procesistas»: son los que ya no creen en el desafío iniciado por Artur Mas en 2012 (tras una reunión como la de ayer en Moncloa), pero se han instalado en su particular zona de confort.

El futuro no puede ser sino unidos, y en eso habrá que arrimar el hombro desde ambas partes con el único límite de la ley. La pregunta es: ¿un acuerdo económico resuelve el conflicto? A mí me da que a los «procesistas» no les disgusta, aunque nunca lo reconocerán en público.