La inquietante serenidad del hombre normal
Algunos conocidos de la pareja en Huelva comentan que su presencia en el colegio con los niños era constante y su relación en público cariñosa
POR F. J. P.
La historia de José Bretón (Córdoba, 1973) podría pasar desapercibida en la normalidad de miles de biografías coétaneas. Nació en el popular y comercial barrio de La Viñuela de la capital cordobesa, donde aún viven sus padres y donde estuvieron sus hijos Ruth y José ... horas antes de su desaparición . Estudiante del colegio religioso de los Trinitarios (como sus dos hermanos), vinculado a la imagen cofrade de Jesús Rescatado —arteria muy conocida de la ciudad que pertenece también a su imaginario infantil— , era algo tímido pero de notable en el expediente. Su paso por las aulas se enmarca en el común denominador de tantos chavales sin ningún rasgo definitorio.
Estos días de tensión, sospechas y angustia, los calificativos proporcionados por los que lo conocen apuntan en la misma dirección: «Un pedazo de pan», «trabajador», «normal y corriente», «un fenómeno». Bretón pasó por el Ejército, que acabaría abandonando. Conoció a su mujer, Ruth Ortiz, en Córdoba mientras ella estudiaba Veterinaria, y contrajeron matrimonio en 2002. Vivieron unos meses en la capital cordobesa y su periplo pasó después por Almería (breve estancia) y Huelva, de donde es la madre de los dos pequeños. Las últimas noticias apuntan a que trabajó como conductor de una ambulancia en una residencia de ancianos . Lleva cinco meses en el paro.
Algunos conocidos de la pareja en Huelva comentan que su presencia en el colegio con los niños era constante y su relación en público cariñosa. Una amiga de José y Ruth recordaba ayer que hace unas semanas compartieron un cumpleaños y nada raro se podía apreciar en ellos y en su comportamiento con los niños. Sí es verdad que en los últimos meses, tal vez por su situación de desempleo, la madre, trabajadora de la Junta de Andalucía, tiraba del carro familiar y a este joven cordobés se le veía más encima de los niños.
Pero si en algo chirría este bodegón familiar es en la aparente serenidad y frialdad, según fuentes de la investigación, que José muestra en estos momentos. Unos momentos que personas como Juan José Cortés y Antonio del Castillo también han vivido y el recuerdo que persiste de ellos es bien distinto. Está colaborando continuamente con la Policía pues sigue siendo denunciante y no imputado, pero a diferencia de la mayor presencia en los medios de la familia materna, la suya y la de su entorno está en las antípodas.
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