De «Pokemon» a «Guateque»: el ingenio de la Policía para elegir el nombre de sus operaciones
El único criterio para elegir es el ingenio de los agentes, muchas veces vinculado al nombre de los implicados o la localidad
m. hermosilla
Desde 1990 la Guardia Civil y la Policía «bautizan» sus operaciones con nombres tan dispares como recurrentes. No existe ninguna norma a la hora de elegirlos, la confianza en el ingenio y la agudeza de los agentes es plena. Éstos, en ocasiones, no ... son sino meros «anzuelos» para la prensa , otras veces están relacionados con la localidad (la mediática «operación Malaya» , por ejemplo, es la unión de Málaga y Marbella) o con el nombre de las víctimas (la «operación Deseada» hacía referencia al nombre de una de las niñas de Alcasser, Desiree).
«Hazte con todos» es el lema de «Pokemon», la serie japonesa que se hizo popular en España a finales de los noventa. Este lema parece ser el que ha inspirado el nombre de la última gran trama de corrupción. La «operación Pokemon» se salda de momento con 15 detenidos, entre ellos el Jefe de la Policía Local de Orense o el propio alcalde de la localidad.
Éste es sin duda un firme candidato a encabezar la «lista» de nombres extravagantes que los Cuerpos de Seguridad del Estado dan a sus operaciones, aunque la competencia es dura: «Guateque» (operación en la que se desarticuló un caso de corrupción en el Ayuntamiento de Madrid), «Más Turrón» (nombre que se dio a una operación en la que el traficante se refería a la cocaína como «turrón») o «Broma Queso» (operación que llevó en 1981 al descabezamiento de la cúpula de ETA), son varios de sus rivales.
Otras veces la «gracia» no la trae el nombre, sino a lo que hace referencia. Por ejemplo, la «operación Abanico» fue bautizada como tal al encontrarse implicado en ella uno de los miembros del grupo Locomía , famosos por sus exagerados atuendos, siempre complementados con un abanico.
Ni muy obvio ni despectivo
Y de nuevo recurriendo a un nombres asiático, se encuentra la «operación Sudoku» , protagonizada por un grupo de ciudadanos de esta procedencia especializados en la falsificación de bolsos y la piratería.
Aunque no hay una norma escrita, los nombres no pueden ser ni muy obvios ni despectivos. Así, la «operación Pitufo» sustituyó a la «Enano», pues ésta hacía referencia a la estatura del delincuente. Este desprecio creyeron solucionarlo optando por el segundo nombre.
En cuanto a la obviedad , ésta puede ser una de las asignaturas pendientes de los agentes: la «operación Chuleta» se llamó así por la filtración de preguntas y respuestas por parte de profesores de autoescuela, que proporcionaban las «chuletas» a quienes se examinaban. Tampoco era difícil de adivinar la «operación Anabel» , que investigaba el asesinato de una joven madrileño con el mismo nombre.
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