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Cuento de Navidad

Sánchez e Iglesias llevan varias semanas sin charlar a solas los viernes por la tarde, como acostumbraban a hacer cuando afloraban fricciones de mayor cuantía

Pedro Sánchez, esta semana en el Congreso JAIME GARCÍA
Luis Herrero

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No conozco bien las costumbres del santoral indígena pero casi me apostaría el pincho de tortilla y caña de rigor a que también tenemos en España algún San Genaro a quien si pinchas no sangra. La advertencia de algún santo cabezón estará proyectando negros augurios ... sobre su peana. El futuro no invita al optimismo. Las vacunas tardarán muchos meses en someter la pandemia y son inocuas para el tratamiento de sus efectos secundarios. El desastre económico que nos aguarda al doblar el cabo de Hornos de 2021 tiene sobrecogidos a los expertos. Los más lúcidos pronostican una crisis social sin precedentes. No es el mensaje más navideño que se puede trasmitir, desde luego, pero este año la Navidad es rara hasta para eso. La esperanza es un milagro. Sobre todo si pasamos lista al Gobierno que sujeta la aguja de marear. En realidad no es un Gobierno solo, son tres. Y están a tortas. Tanto que, según me sopla una espía paraguaya que zascandilea como nadie por los pasillos del poder, hace casi un mes que no se reúnen los órganos de coordinación que se constituyeron en su día para buscar fórmulas de entendimiento. Los maitines de los lunes han desaparecido de la agenda monclovita y Sánchez e Iglesias llevan varias semanas sin charlar a solas los viernes por la tarde, como acostumbraban a hacer cuando afloraban fricciones de mayor cuantía.

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