Lucha de poder en las entrañas de ETA
Tras la caída de Aspiazu, la batalla en la banda se centra en «Dienteputo», «Paticorto» y «Zulos», por un lado, y por otro Iriondo y sus pistoleros. Será la pugna entre los etarras de «nueva generación» y los veteranos. Y Josu Ternera espera acontecimientos
La caída de «Txeroki», fruto de una investigación de «ingeniería policial», precipitará las luchas internas por el poder en ETA, que ya comenzaron a detectarse tras la salvajada de la T-4. Veteranos como «Dienteputo», «Zulos» o «Paticorto», que los últimos años han ido aterrizando ... en la dirección para paliar la caída libre de la banda, intentarán frenar a los etarras de última generación, liderados por Aitzol Iriondo, en la pugna por controlar la organización criminal desde el «aparato militar». Pero como hecho inmediato, los expertos consultados por ABC advierten de que ETA intentará lo antes posible cometer un atentado de envergadura como respuesta a la detención del jefe de los comandos para aparentar ante su militancia una capacidad operativa que no tiene.
Este es el diagnóstico de urgencia que hacen las fuentes consultadas tras la captura de quien ha sido jefe «militar» de la banda durante los últimos cinco años. Estos mismos medios dan por hecho que desde el mismo momento en el que fue detenido «Txeroki», ETA dispone ya de un cabecilla al frente del «aparato militar». Tradicionalmente, el lugarteniente se convierte de manera automática en el sustituto del jefe. Un mecanismo interno que trata de evitar vacío de poder. Los mismos medios creen que el sucesor de «Txeroki» es ya Aitzol Iriondo, que en los últimos meses ha venido siendo el «número 2» del aparato militar. No hace mucho era responsable del sanguinario «comando Vizcaya», pero las caídas de otros cabecillas le auparon para convertirse en el hombre de confianza de Aspiazu.
Iriondo tiene un perfil similar al de «Txeroki»: sanguinario y terrorista como todos sus compañeros de andanzas en la banda, pero además excesivamente impulsivo, nada reflexivo, y psicótico. Esto le hace combinar una obsesión extrema por las medidas de autoprotección -utilización de una red de pisos de alta seguridad en las que permanece poco tiempo-, con actitudes temerarias -entrena y despide personalmente a los comandos legales junto a la frontera-.
Los medios consultados auguran que Iriondo, desde la jefatura del «aparato militar», intentará conseguir peso en la dirección de la banda. Pero de acuerdo con los expertos, este individuo y los terroristas de última generación que le sigan se van a encontrar de frente con los veteranos, la mayoría de ellos procedentes de América, que han regresado a Francia para poner orden en la caótica cúpula etarra. Es el caso de veteranos como José Luis Eciolaza Galán, «Dienteputo»; Juan Cruz Maiztegi Bengoa, «Zulos», y Eusebio Tapia, «Paticorto». Partiendo del hecho cierto de que todo especimen que está en ETA es igual de asesino y terrorista, también es verdad que, dependiendo de qué sector se imponga en las luchas internas que no han hecho más que empezar, la banda podría lanzar, nunca a corto plazo, una oferta trampa de tregua. La enésima. Ello, si se imponen los veteranos, jamás si quienes lo hacen son los etarras de última generación.
Las tres corrientes
Tras la ruptura de la última tregua, los expertos detectaron dentro de ETA la existencia de tres sectores. El liderado por «Txeroki», que desde el momento en que la banda anunció el alto el fuego presionó para que se rompiera a sangre y fuego. Como informó ABC, Aspiazu llegó a lanzar varios ultimátum a «Josu Ternera» ante el bloqueo del proceso, para que consiguiera alguna victoria, ya que, en caso contrario, lanzaría sus comandos. De hecho, cumplió su amenaza cuando hizo saltar por los aires la T-4, y con ello el proceso de paz.
Por otro lado, el sector liderado por «Josu Ternera», que llevó a convencer al Gobierno de que el éxito del proceso estaba garantizado porque controlaba toda la banda. Los hechos demostraron que no era cierto. Al ver que las negociaciones iban a la deriva, «Ternera» se quitó del medio. Este cabecilla es un duro, pero su brutalidad -acumulación de fuerzas, esto es, poner cadáveres sobre la mesa- tiene como objetivo forzar al Gobierno a una negociación. Por último, el sector liderado por Javier López Peña «Thierry» entró en escena como tercera vía. La retirada táctica de «Ternera» le dejó espacio. «Thierry», en contra del criterio de «Txeroki», era partidario de no cometer atentados mientras durara el proceso, pero, en contra de «Ternera», quería poner plazos breves para que el Ejecutivo hiciera concesiones. Ahora, la batalla se centra en «Dienteputo», «Paticorto» y «Zulos» por un lado, y por otro, Iriondo y sus pistoleros.
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