Inés Arrimadas no habla con Albert Rivera desde Navidad

Ni un mensaje de texto se intercambiaron los dos únicos líderes que ha conocido Cs en su corta historia después de las elecciones catalanas, cuando el partido sucumbió de los 36 a los seis escaños; de la victoria a la penúltima posición en el Parlamento autonómico. Es evidente desde hace meses el distanciamiento entre la estrategia de Arrimadas, que apuesta por tender la mano a derecha e izquierda y reconvertir a Cs en un partido bisagra , y pronunciamientos públicos de Rivera en los que ha criticado el estado de alarma o los Presupuestos Generales del Estado que negoció Cs, pero que finalmente rechazó.

«No pasa nada, ya hablaremos. No estamos peleados tampoco», ha afirmado Arrimadas, intentando restar importancia a la escasa o nula relación que mantiene con su antecesor. La líder de Cs ha subrayado el «aprecio personal» que siente por Rivera y ha reivindicado los «muchísimos momentos» que han compartido. No obstante, el presentador del programa ha señalado cómo quien fuese el último secretario de Organización de Rivera, Fran Hervías , ha fichado por el PP y le ha preguntado directamente si cree que el propio Rivera está detrás de la «opa» hostil de los populares a su partido. «No seas malo, no seas malo. No creo. Tengo mucho aprecio personal por Albert. Yo creo que no. Yo creo que no, quiero creer que no y espero creer que no y de verdad, de verdad, que quiero creer que no», ha sido la respuesta de Arrimadas.

Al margen de ello, antes Arrimadas ha despejado toda duda y ha manifestado que la intención de Cs es que se siga ejecutando el pacto sellado con el PP en 2019 -la forma más rápida de aplicar las políticas de Cs, según ha argumentado-, al igual que sucede en Castilla y León y Andalucía. El caso de la Región de Murcia es distinto, ha dicho, por la presunta corrupción de los populares allí. En cualquier caso, Arrimadas está dispuesta a reeditar su alianza en la Comunidad de Madrid a pesar de que Díaz Ayuso convocó elecciones anticipadas con «irresponsabilidad» y destituyó a todos los consejeros de Cs de su Gobierno. «¿Aquí lo importante qué es? ¿Lo que se merece Ayuso o lo que se merecen los madrileños? ¿Lo importante es intentar vengarnos de lo que ha hecho Ayuso contra nosotros o intentar trabajar por los ciudadanos?», se ha preguntado la diputada.

Eso sí, ha advertido al PP de que la reedición del pacto no sería «a coste cero» ni «aceptando cualquier cosa». Para Arrimadas es clave que los populares asuman todos los compromisos que adquirieron en 2019, y la presencia en la ecuación del candidato de Cs, Edmundo Bal , sería sinónimo de lucha contra la corrupción y de que el PP no vuelve «a las andadas» del pasado, con casos como Gürtel o Lezo . También, ha añadido, de que no abandona las políticas sociales , medioambientales y culturales .

Arrimadas ha reivindicado la labor del exvicepresidente del Gobierno regional Ignacio Aguado y de los consejeros que lo acompañaron en el Ejecutivo autonómico, a pesar de que ninguno de ellos está en las listas que lleva Cs en su candidatura a la Comunidad de Madrid. Pero la nueva participación de Cs, además, evitaría la presencia de «extremos», como Vox , un partido con quien Arrimadas asegura que no quiere pactar aunque la coalición de PP y Cs dependía externamente de ellos.

Lo que descarta es una alianza con el PSOE de Ángel Gabilondo , para quien ha tenido buenas palabras, porque da por hecho que su posible ascenso a la Puerta del Sol va en 'pack' con el exvicepresidente del Gobierno nacional Pablo Iglesias . Arrimadas desconfía de los recelos que muestra ahora Gabilondo hacia Iglesias -el candidato socialista ha dicho públicamente que le gustaría gobernar con Más Madrid y con Cs - y ha recordado una vez más que estuvo «callado» cuando entró en el Ejecutivo de Pedro Sánchez y que, además, Gabilondo dice lo mismo que decía su líder antes de pactar con Podemos : que está «intranquilo».

Arrimadas ha apostado por «una tercera España» que huya del enfrentamiento y del lenguaje guerracivilista, del «comunismo o fascismo», y ha pedido que se mire al futuro, «al 2100», antes que a los años 30 del siglo XX, en los que España vivió una gran división que terminó en un golpe de Estado, una guerra civil y la implantación de la dictadura franquista.

«Escucho a veces a la señora Ayuso y parece que toda va muy bien y que no hay que cambiar absolutamente nada. No. Sigue siendo una odisea encontrar un trabajo para muchos jóvenes que han acabado la universidad, sigue siendo muy difícil acceder a una vivienda a un precio razonable, tener un transporte que te permita hacer una vida digna entre tu trabajo o tus estudios y tu casa. Sigue habiendo gente sin plazas en las residencias públicas», ha dicho Arrimadas, apelando a la «utilidad» de Cs.

El reto de los liberales pasa por ahuyentar los malos augurios de las encuestas y conseguir entrar en la Asamblea de Madrid para ser decisivos, algo para lo que también ha lanzado un mensaje Arrimadas: «He visto muchas encuestas en las que si no entramos, el señor Iglesias entra en el Gobierno». La oferta es clara: presentar al votante a Cs como un aval de moderación y pragmatismo. Ahora el elector debe decidir si compra o no.