La enésima silla vacía de Puigdemont

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Justo el día en que se conmemoraba el 40 aniversario de los Pactos de La Moncloa , uno de los grandes logros de los españoles en la Transición, Puigdemont dejó claro que no tiene ninguna intención de debatir en las Cortes, dialogar con los grupos parlamentarios y buscar un entendimiento desde la vuelta a la legalidad.

El 16 de enero , el Gobierno de Rajoy organizó una Conferencia de Presidentes pensada, aunque no se reconociera oficialmente, para atraer a los dirigente autonómicos catalanes. Por aquel entonces en La Moncloa aún se pensaba que la «operación diálogo» podía dar sus frutos, y lograr que las autoridades de la Generalitat aceptaron hablar de los problemas reales, como la financiación autonómicas. La Conferencia acabó con 11 acuerdos , pero Puigdemont no apareció por el Senado. Y el lendakari no iba a ser menos. Fue la primera ausencia de Puigdemont ante una invitación del Gobierno durante este año.

El líder independentista dio un plantón a la Conferencia de Presidentes, pero también al primer pacto sobre financiación autonómica que se alcanzó el 17 de enero . Puigdemont dio la espalda a esa preacuerdo, con el que los presidentes autonómicos se comprometían a alcanzar un nuevo sistema de financiación antes de fin de año.

Todavía tuvo una tercera oportunidad para involucrarse en el diálogo sobre el sistema de financiación autonómica. Después del pacto de la Conferencia de Presidentes, y en cumplimiento del texto, en febrero se creó un grupo de trabajo, con representantes autonómicos. Puigdemont no quiso escuchar las invitaciones del Gobierno y volvió a dejar la silla vacía en el grupo de expertos para lograr un nuevo sistema de financiación .

En marzo, Puigdemont pidió una sala en el Senado para dar una conferencia sobre sus tesis independentistas y defender el referéndum ilegal. El presidente del Senado, Pío García-Escudero , le envió una carta para invitarle a usar el cauce institucional normal y democrático establecido, que es la comparecencia en la Comisión General de Comunidades Autónomas , cuya convocatoria podía solicitar el propio Puigdemont cuando considerase oportuno, para abrir un diálogo con el resto de Comunidades y el conjunto de los senadores. La invitación del Senado tuvo como respuesta el desprecio de Puigdemont.

En mayo, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy , volvió a tender la mano al líder independentista, y le invitó a acudir al Congreso de los Diputados para exponer sus propuestas y debatir con el Gobierno y con el conjunto de los grupos parlamentarios. El Ejecutivo argumentó que es en la sede de la soberanía nacional donde deben debatirse asuntos como el que ponía sobre la mesa el dirigente separatista. El Congreso le dio todo tipo de facilidades para organizar ese debate, por supuesto con votación incluida. Y Puigdemont dejó la silla vacía una vez más. Rechazó, no una sino en reiteradas ocasiones, la invitación que le hizo el Gobierno y el Parlamento.

Y ahora llega el enésimo plantón de Puigdemont al Gobierno y a las Cortes . La nueva invitación al diálogo , en sede parlamentaria, ha sido recibida primero con titubeos y luego con un desplante rotundo. El líder separatista vuelve a dejar su silla vacía en el Parlamento nacional y rechaza así todo diálogo con el Gobierno y los grupos.