Un «casting» de alto nivel para Rajoy
No solo los nuevos ministros ganan el pulso al anterior Ejecutivo en currículo profesional y académico. Los segundos escalones del Gobierno responden al mismo perfil
BLANCA TORQUEMADA
Plazas obtenidas en las más exigentes oposiciones, envidiables cargos en la Banca, puestos directivos de relieve o despachos de abogados con sobrado volumen de negocio han quedado atrás por obra y gracia de un «juro» o «prometo». El propósito es que no se pueda dudar ... a priori de su capacidad, aunque ahora tengan por delante el reto de acreditarla. Los segundos escalones del Gobierno (secretarios de Estado o directores generales) están en sintonía con el alto nivel de cualificación de los integrantes del propio Ejecutivo (compuesto por trece miembros que suman diecisiete títulos universitarios), por lo que también en esa base de la gestión abundan los titulares de plaza en los altos cuerpos de la Administración del Estado y los profesionales reconocidos.
«Por respeto al contribuyente»
Mariano Rajoy busca en todos ellos eficiencia impostergable en una negra coyuntura, pero también una adecuada carta de presentación ante la opinión pública. Quiere dejar claro el mensaje de que ya no es suficiente haber naufragado en primero de Derecho (como José Blanco), tener un mondo y lirondo título de Sociología por la Universidad de Alicante (Leire Pajín) o un par de meses de prácticas en una Caja de Ahorros , caso de Bibiana Aído, para formar parte del Gobierno de la nación, ya sea en la cúpula o en sus estamentos intermedios. «Es incuestionable que hemos pasado a otro nivel», dicen sin aspavientos en el seno de La Moncloa, conscientes de que la sólida preparación de los elegidos no debe hacer perder de vista que la tarea que tienen por delante es titánica, y que tanto expediente brillante y un solvente dominio del inglés no servirán de nada si sus ejecutorias no se traducen en una salida del túnel.
Pero en esta primera instancia de los nombramientos, apuntan desde el Ejecutivo, «era fundamental demostrar respeto al contribuyente con la designación de personas capacitadas . La anterior etapa ha hecho un daño a la imagen de la política muy difícil de reparar. Además, ahora toca recuperar la consideración hacia tantos funcionarios que nos hemos encontrado arrumbados y sin atribuciones porque paniguados de partido los habían desplazado. Estamos devolviendo su sitio a quienes se lo ganaron superando una oposición».
Un inmejorable ejemplo de la excelencia académica y profesional que se ha instalado en las entretelas del poder es el de Álvaro Nadal, jefe de la Oficina Económica de Moncloa , con rango de secretario de Estado. Nadal tiene la doble licenciatura en Derecho y Económicas por el Icade, fue número uno en las oposiciones a Técnico Comercial y Economista del Estado y se doctoró por Harvard. Otros perfiles lustrosos son el del nuevo secretario de Estado de Comercio, Jaime García Legaz , licenciado en Económicas y Empresariales y también economista del Estado, o el de Marta Fernández Currás, la nueva secretaria de Estado de Presupuestos y Gasto, que ocupaba la Consejería de Hacienda de la Junta de Galicia y que es inspectora de Hacienda e interventora del Estado . Igualmente, es común entre los nuevos altos cargos una sólida trayectoria docente en la Universidad. Así, el secretario de Estado de Cultura José María Lassalle es doctor en Derecho y ha sido profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Cantabria y en la Carlos III de Madrid.
Es verdad que en casos como los mencionados ha habido una dedicación política directa durante los últimos años, pues se trata de personas que han desempeñado cargos destacados, bien autonómicos (caso de Currás, aunque no tiene carné del PP), bien en el grupo parlamentario (Nadal y Lassalle), o en labores vinculadas al partido (Legaz, en FAES). Por ese motivo, más llamativa aún que la pétrea solidez curricular de casi todos los nuevos altos cargos ha sido la llegada al organigrama gubernamental de ejecutivos que, además de que también pueden presumir de una formación sobresaliente, han renunciado a pingües ingresos en la empresa privada en respuesta a la llamada de Rajoy y sus ministros.
Patriotismo, o al menos valor
Ante el aterrizaje de estos profesionales en los engranajes del Gobierno, algunos hablan de «acto de patriotismo» en momentos difíciles, mientras que otros lo interpretan como una inversión «a futuro» en sus carreras porque el conocimiento directo de los entresijos del poder es un valor estratégico muy cotizado. Pero, sea como fuere, resulta incuestionable que no todo el mundo tiene el coraje de embarcarse en un empeño que supone una drástica reducción de sueldo. Abismal, en el caso de Jaime Pérez Renovales, que ha dejado su cargo de director general de la Asesoría Jurídica y vicesecretario general del Consejo del Banco de Santander para pasar a ejercer como subsecretario de Presidencia , con funciones de coordinación en La Moncloa. O sea, de una horquilla entre 300.000 euros y un millón al año, entre salario y «bonus», a un puesto de 70.000.
Además, allegados a algunos de estos «valientes» coinciden en hacer notar que su renuncia no tiene ningún tipo de contrapartida en términos de menos presión laboral o más tiempo para la familia, sino más bien «todo lo contrario», con el desgaste añadido de un mayor escrutinio de la opinión pública. Darlo todo a cambio de bastante menos no es mal comienzo.
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