la crisis del PSOE
Secretarios generales «por los pelos»: batallas socialistas que dejaron el partido dividido
Desde el enfrentamiento de Rubalcaba y Chacón en 2012 hasta la batalla entre «felipistas» y «guerristas»: las crisis socialistas que cierran en falso y hacen perdurar las divisiones
sara montero
Los Congresos del PSOE para elegir al secretario general son una buena oportunidad para que las diferentes alas del partido expresen sus críticas y propongan un líder y una visión distinta. Pero estas batallas de candidatos (y de egos) dejan heridas difíciles de curar especialmente ... cuando la votación final es ajustada.
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Poco después de que actual secretario general Alfredo Pérez Rubalcaba convocó el Congreso que se celebrará el 26 y 27 de julio, ya comenzaron a sonar los primeros cañones de guerra dentro el partido. Mientras el diputado Eduardo Madina se atrevía a plantarle cara públicamente a la favorita Susana Díaz, Carmen Chacón se retiraba de la carrera por el liderazgo escaldada por el enfrentamiento que ya tuvo y perdió con Rubalcaba en el 38º Congreso Federal de 2012 .
2012:Rubalcaba y Chacón
En plena lucha por la sucesión de José Luis Rodríguez Zapatero en 2012, Chacón abrió un debate cuyas consecuencias se arrastran hasta hoy. Los socialistas venían de un descalabro electoral tras las elecciones de 2011 que dio la mayoría absoluta a Mariano Rajoy y hundió al PSOE con 110 diputados. La exministra quería llegar a la cúspide de la formación, pero a su modo: convocando primarias. Esta controversia caló en el partido, que se dividió entre partidarios de dos líderes (Chacón y Rubalcaba) y dos modos de hacer las cosas.
La decepción fue mayúscula para muchos cuando Rubalcaba (símbolo de la vieja guardia del partido) ganó la primera batalla. Chacón decidió abandonar su proyecto de primarias para no «poner en riesgo la unidad del partido» y decidió enfrentarse al voto de los delegados. Rubalcaba ganó a Chacón por 487 votos frente a 465, obteniendo el porcentaje ajustadísimo de 51 por ciento de los apoyos. El veterano líder no logró llevar a la práctica el mensaje de integración que difundió tras el 38º Congreso y el PSOE quedó dividido hasta este nuevo Congreso.
2000: Bono y Zapatero
Un desconocido y joven José Luis Rodríguez Zapatero fue la sorpresa del 35 Congreso cuando frustró para siempre las aspiraciones del veterano José Bono de dirigir el partido y sustituir a Joaquín Almunia. Zapatero ganó con 414 votos (un 41,69%) al entonces presidente de Castilla-La Mancha, que quedó con sólo nueve votos menos, el 40,79%. Pero ese Congreso fue cuna del salto a los medios de otra socialista Rosa Díez, actual dirigente de UPyD, que fue la menos votada (solo 6,55 %), incluso por detrás de Matilde Fernández, la candidata «guerrista».
Como el lema del Congreso anunciaba, Zapatero fue «el impulso necesario» del partido, alcanzando la presidencia del Gobierno en 2004 y 2008, pero dejando el país sumido en una grave crisis económica.
1997: Almunia, «felipistas» y «guerristas»
Las guerras internas del PSOE se remontan a la época de Gobierno de Felipe González. Almunia heredó la secretaría general de manos del expresidente del Gobierno en una situación muy convulsa para el país y para el partido. El PSOE acababa de perder en 1996 las elecciones generales tras 14 años de Gobierno. La corrupción y el escándalo de los GAL habían minado la confianza de los votantes y la batalla entre partidarios de Felipe González (más aperturistas) y de Alfonso Guerra (partidarios de conservar la esencia del socialismo) seguía latente.
En el 34º Congreso del PSOE, Almunia logró la secretaría general sin rivales, pero con poca confianza por parte de un sector importante de los socialistas. Tanto era así que en marzo de 1998 su compañero Josep Borrell le desafió a unas primarias (las primeras del partido) para arrebatarle la codiciada candidatura a la presidencia del Gobierno. Borrell ganó la convocatoria, pero tras presiones internas tuvo que retroceder y dejar vía libre a la candidatura presidencial de Joaquín Almunia.
Después de que su propio partido le cuestionara y los votantes le dieran la espalda tras una estrepitosa derrota electoral en el año 2000, Joaquín Almunia dimitió como secretario general abriendo una nueva división entre los candidatos de Zapatero y Bono a ocupar su puesto.
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