¿Y si Idígoras y Gorostidi hubieran tenido Twitter o Facebook?

Idígoras, por ejemplo, elogió a los etarras Juan Carlos Monteagudo y Félix Erezuma , autores de la matanza en la casa cuartel de Vic, porque habían convertido sus vidas «en permanente entrega a la causa de la paz y de la libertad». La muerte de ambos pistoleros, en enfrentamiento con los agentes, la inscribió, por el contrario, «en la historia de la venganza que caracteriza a la Policía española y a la Guardia Civil». Un año después, el 12 de octubre de 1992, Idígoras proclamó que « la violencia es un camino legítimo ». En una entrevista a «Punto y Hora», el dirigente de Herri Batasuna Gorka Martínez advertía de que la «Ertzaintza está ocupando deliberadamente una trinchera en el actual enfrentamiento y por eso mismo destacaría el riesgo y peligrosidad de una situación forzada que puede alimentar un enfrentamiento entre vascos». Su compañero en la mesa nacional José María Olarra, remató: « Señores de la Ertzaintza, cuando nos pegan sabemos responder y ustedes se están pasando». ETA cogió el mensaje y comenzó a asesinar a agentes de la Policía autónoma vasca.

Otros dos integrantes de la mesa nacional de Herri Batasuna, Jokin Gorostidi y Txomin Ziloaga, avisaban a los jueces que habían desautorizado una manifestación proetarra: «A todo cerdo le llega su sanmartín». En un mitin celebrado en 1982 en el velódromo de Anoeta, en San Sebastián, entre vítores a ETA y quema de banderas españolas, el dirigente batasuno Periko Solabarría lanzaba el siguiente coctel molotov, con metralla: «Sabéis que nuestros terrenos están en manos de oligarcas vascos, y cuando ETA secuestra o ejecuta a los Ibarra o Lipperheide, limpia nuestras tierras de mafiosos». Los ejemplos se cuentan por decenas, centenas. Todos, a micrófono abierto, a cara descubierta. ¿Qué hubieran hecho los Idígoras y Gorostidi parapetados en el anonimato de las redes sociales?