Los candidatos del PSOE en Madrid abren la guerra contra Rubalcaba
Tras las europeas, Ferraz se enfrentará al asalto de Carmona a la candidatura de Madrid
MAYTE ALCARAZ
Rubalcaba tiene un problema. El campo de minas que pisa en Ferraz es un jardín en primavera comparado con la bomba a punto de deflagrar que le aguarda cuando, pasadas las europeas de mayo, tenga que elegir el tique electoral en Madrid. Tiene sentado en ... el Ayuntamiento a uno de sus mejores amigos, Jaime Lissavetzky, un político curtido que, rara avis en el PSOE, ha aguantado religiosamente los cuatro años de la gélida oposición, tras perder los comicios en 2011, con la esperanza de librar la batalla el año que viene con esperanzas de éxito. Que es lo mismo que convertirse, aunque sea con el apoyo de IU y el probable de UPyD, en el nuevo alcalde de Madrid, sillón en el que no se sentaba un socialista desde 1991, cuando Juan Barranco, heredero del fallecido Tierno, perdió frente a Manzano.
Pero a 10 kilómetros del despacho del líder socialista se fragua una conspiración con un nombre de campanillas mediáticas: Antonio Miguel Carmona. El enemigo más poderoso de Rubalcaba y postulante a presidente regional, Tomás Gómez, prepara el asalto al Ayuntamiento, lo que completaría su ambicioso plan de convertir el poder de Rubalcaba en un queso gruyère, mordiéndole una de las federaciones más influyentes en el PSOE, la tercera tras Andalucía, Cataluña y Valencia. El propio Carmona reconoce a ABC que está en ello: «Todavía no he decidido mi futuro, porque me debato entre una oferta para irme al FMI, a Washington, o dar la batalla por la capital, lo que me atrae, pero hasta después de las europeas no diré nada». Es el único que no ha vendido la piel del oso antes de las primarias porque entre los socialistas nadie lo duda. De hecho, un cargo público del PSM va más allá y sostiene que la propia Federal, ante la que le viene encima, «ha intentado ofrecerle a Carmona casi todo, entre otras cosas, la candidatura autonómica para quitárselo de encima en el Ayuntamiento». Naturalmente, la respuesta fue «no», según la misma fuente, porque aceptarlo hubiera significado la «traición del diputado regional a su mentor y amigo Tomás Gómez».
Lo cierto es que el débil liderazgo de Rubalcaba sigue sumando problemas. A la emergente estrella de la candidata andaluza, Susana Díaz, se une la falta de sintonía con el candidato chaconista en Valencia, el soberanismo de la segunda alma del PSC y los coqueteos, neutralizados finalmente por Ferraz, de los socialistas navarros con los proetarras de Bildu. Pero en Madrid puede estallar la tormenta perfecta ya que «robarle» la capital al PP adquiriría caracteres de tragedia para Génova e insuflaría un oxígeno político a las expectativas del partido de la oposición difícilmente igualables. En el entorno del líder del PSM están convencidos de que si Ana Botella se presenta a las elecciones podrán reconquistar la ciudad de Madrid, si bien con el respaldo de IU y UPyD, imprescindibles para llegar a los 29 escaños necesarios para la mayoría absoluta. Sin embargo, inquieta en Ferraz el que Rajoy pudiera optar por Esperanza Aguirre, a la que atribuyen ser un reclamo para el voto del PP tradicional, cuya solidez en la capital es granítica a efectos electorales.
Y en la otra orilla, Lissavetzky pide prudencia a ABC: «Ya lo dijo el Comité Federal. Es mejor dejar las primarias para después de las europeas porque no es lo mismo tener un buen resultado que perder para tomar decisiones». Sobre su futuro rival: «Yo hago mi trabajo y los demás que hagan el suyo».
Pero en esa «calma chicha» hasta después del 25-M, como la define Lissavetzky, no todos están parados. Y Carmona menos. Trabaja en un proyecto para convertir la capital de España en una ciudad cultural que cautive a turistas de todo el mundo. Además, se está rodeando de un equipo de gente joven (entre los que se cuentan profesores como él, inspectores de Hacienda y abogados del Estado) para elaborar un programa abierto, si bien más centrado que en anteriores lizas electorales, para lograr el voto de los ciudadanos en los que pesa menos la ideología, que están desencantados con el PP.
La notoriedad de Carmona
Tanto Carmona, por su condición de colaborador televisivo, como Lissavetzky, cabeza visible del Deporte durante los últimos éxitos internacionales de nuestra selección, cuentan con gran notoriedad pública, lo que juega a favor de ambos a la hora de someterse a las urnas. Sin embargo, tienen perfiles bien distintos. El profesor de Economía y diputado cuenta con una presencia pública mucho más mediática, lo que le ha jugado alguna mala pasada: como en diciembre de 2002, cuando aseguró que «estamos sobrados de votos, y si hace falta hundimos otro barco», en alusión al «Prestige»; o cuando en junio de 2013 reconoció «estar teledirigido» por los altos cargos de su partido a la hora de defenderse en los debates. Sin embargo, el hombre de confianza de Rubalcaba goza de una visibilidad menor en su condición de portavoz municipal en el Ayuntamiento. Sus compañeros elogian de él que, a pesar de haber sido derrotado en las urnas en el peor momento de popularidad de los estertores del Gobierno de Zapatero, se haya mantenido a la sombra política, como líder de la oposición a Botella. Ninguno de sus antecesores –Trinidad Jiménez y Miguel Sebastián, ambos colocados directamente por Zapatero– continuaron en el duro banco de los perdedores madrileños.
Mientras Gómez, Carmona y Lissavetzky preparan la batalla final, en Ferraz dicen «estar tranquilos, trabajando para las europeas, que testarán el éxito de Rubalcaba en la elección de su número dos como candidata». Después, le espera Madrid.
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