Rajoy defiende que España va «mejor» frente a un «apocalíptico» Rubalcaba

En su discurso de la mañana, el presidente del Gobierno se había apoyado en los datos para anunciar que a partir de este año habrá creación neta de empleo, y asegurar que el «triunfo» ha sido de la sociedad española. Ha sido un discurso optimista, casi triunfalista, aunque Rajoy ha querido dejar claro en varias ocasiones que esa no era su intención, aunque en algún momento no pudo evitar ese tono.

El presidente del Gobierno ha almorzado en el Palacio de la Moncloa, y a las cuatro de la tarde ha regresado al Congreso para continuar el debate. El primero en subir a la tribuna ha sido Alfredo Pérez Rubalcaba: «¿En qué país vive usted?» , le ha soltado a Rajoy nada más subir a la tribuna. En seguida se ha comprobado que Rubalcaba, que no llevaba el discurso escrito, iba a circular por la vía más cercana al populismo, al lenguaje de la calle, a los problemas concretos que pusieran en cuestión el optimismo del jefe del Ejecutivo.

Rubalcaba ha leído una lista de titulares que cuestionaban las buenas noticias que había leído Rajoy por la mañana. Ha sido una especie de guerra de titulares, y cada uno se ha quedado con los que más les gustaba. El jefe de la oposición señaló que quería hablar de cómo viven los españoles, 26 meses después de que el PP llegara el poder. Su conclusión fue que mucho peor, con recortes, subidas de impuestos y menos libertades, «siempre contra los más débiles».

Muy cuestionado dentro de su partido, parecía que Rubalcaba necesitaba con urgencia ganarse el aplauso de los suyos, merecerse una legitimidad que se le estaba negando entre los suyos. Y ha conseguido dejar contentos a casi todos, hablando de los «señores de la derecha», de su alergia a la igualdad y de no querer la «emancipación» de las mujeres.

Rubalcaba no quiere ni debatir las leyes que no le gustan. Directamente ha exigido a Rajoy que las retire: la ley del Aborto y la ley de Seguridad Ciudadana, para empezar. Pero también la reforma laboral. Y sobre Cataluña, tampoco ha dejado un respiro al Gobierno. Exige diálogo, porque «las cosas han ido a peor». Sin echar la culpa a nadie, o a todos por igual, ha propuesto una reforma de la Constitución «para solucionar el problema que tenemos en Cataluña».

Ni un solo dato, pero le ha puesto pasión, sentimiento, ideología y una buena dosis de demagogia. Una mezcla perfecta que ha hecho que su bancada le haya aplaudido con entusiasmo cuando ha terminado de hablar.

«¿Le ha ocurrido algo a usted esta tarde?», le ha preguntado Rajoy en su réplica. «No le veo optimismo sobre el futuro de este país». El presidente del Gobierno ha insistido en sus «datos objetivos» y ha lamentado el discurso «apocalíptico, que nada tiene que ver con el interés general de España».

Rajoy ha contraatacado con el empleo, porque el mayor recorte social de la historia de España, ha señalado, fueron los 3,4 millones de parados que se crearon en los años 2008-2011, con Zapatero y Rubalcaba en el poder. Eso y la pérdida de 70.000 millones de euros en los ingresos públicos. «¿Quién congeló pensiones? ¿Quién eliminó el chequé bebé?», se ha preguntado.