Urdangarín pagó 6.000 euros al informático que trabajó para el CNI
El experto recuperó 10.000 correos tras comprobar que alguien los había borrado
El abogado de Iñaki Urdangarín, Mario Pascual Vives, pagó 6.000 euros al ingeniero informático que había hecho trabajos para el CNI y al que encargó que le organizase los correos electrónicos que contenía un pen drive que le había facilitado el juez Castro ... una vez levantado el secreto de sumario. Este encargo se produjo a primeros de enero de 2012; es decir, semanas antes de la primera declaración de su cliente, en febrero. La investigación de las cuentas bancarias del implicado permitió detectar el momento del ingreso del dinero.
Fuentes del entorno de Matías Bevilaqua, el ingeniero informático de la empresa CFLabs contratado, explicaron que mientras organizaba esa información se dio cuenta de que habían sido borrados correos electrónicos. Por ello, decidió aplicar técnicas de recuperación de mensajes, y de esta forma tuvo acceso a 10.000 más de los 20.000 que constaban en la causa. Esa información, cuyo contenido desconoce tanto el juez como el fiscal, fue entregada al abogado del Duque de Palma, según las mismas fuentes.
Tal como adelantó ayer ABC , el pen drive estaba en el despacho de Bevilaqua durante la operación Pitiusa, en concreto sobre la mesa de su despacho. El golpe policial se dio el pasado mes de mayo y los agentes intervinieron también cinco discos duros de 1.500 gigas, y un ordenador personal. En la caja fuerte se localizaron 140.000 euros, que el ingeniero informático atribuyó a pagos con fondos reservados de sus trabajos para los servicios de inteligencia. Desde el primer momento, esta persona hizo mención a sus colaboraciones con Defensa -el ministro de Defensa, Pedro Morenés, dijo ayer que desde 2008 se dejó de contratarle-, sin más precisiones en ese momento.
Pasado el tiempo, cuando se descubrió el contenido del pen drive, los encargados del caso sospecharon que Bevilaqua podía haber penetrado en los ordenadores del juez y del fiscal, pero las investigaciones realizadas hasta el momento, en el marco de una pieza separada y secreta del caso Nóos, no lo han confirmado. Hasta ahora han declarado los agentes que intervinieron en la operación Pitiusa, los de la Brigada de Investigación Tecnológica, y el propio ingeniero, sin que se haya podido avanzar de forma relevante.
El dispositivo electrónico tenía como título «por entregar» y su fecha era del 9 de enero de 2012, precisamente el día en que se levantó el secreto de sumario y se entregó a las partes. Esta circunstancia, unida a la declaración de Bevilaqua y a las explicaciones del letrado de Urdangarín, cierra bastante el círculo.
En el pen, según ha sabido ABC, había tres carpetas, una con el nombre Nóos. Dentro de ella, había una que contenía la contabilidad del instituto y de todas las sociedades vinculadas a esta entidad, desde 2004 hasta 2010. La segunda contenía los mensajes de entrada de correo outlook, que fueron los que copió la Policía en el registro judicial del Instituto Nóos. Y finalmente existía una tercera, de menor interés, con la documentación relativa a un torneo de tenis, de fecha 2004.
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