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Sánchez ya se vende como mal menor y pide apoyo a quienes nunca votaron PSOE

Recaba en Castellón el voto ante el «mar de siglas» a su izquierda y su derecha

Ximo Puig y Pedro Sánchez, ayer en Castellón EFE
Víctor Ruiz de Almirón

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La Comunidad Valenciana reúne todas las condiciones para el PSOE en estas elecciones. En una región que tradicionalmente ha dado la espalda a los socialistas un cúmulo de factores ha provocado un cambio de posiciones que encajan perfectamente en la estrategia de Sánchez, que arrancó su campaña prometiendo mejor financiación para esta comunidad.

La coincidencia con las eleccciones autonómicas hará de la región un punto clave en la caravana socialista. Ayer visitó Castellón, la más pequeña de las tres circunscripciones, pero el sábado 20 estará en Alicante y el viernes 26 el cierre de campaña será en Valencia. Además, es la cuarta región que más escaños reparte.

El PSOE quedó por detrás del PP y de la coalición de Podemos con Compromís en las tres circunscripciones de la Comunidad. El cómputo global de 2016 en la Comunidad Valenciana fue de 13 escaños para el PP, 9 para la coalición de Podemos y Compromis, 6 para el PSOE y 5 para Ciudadanos.

El punto en el que arranca esta campaña es bien distinto, ya que la división marca ahora a los contendientes que hace tres años superaron a los socialistas. El PP se ve lastrado en uno de sus bastiones tradicionales por la fuerte aparición de Vox, que también afectaría a Cs, que se mueve entre perder dos escaños y ganar uno.

En toda España el PSOE está jugando a alimentar la división en la derecha, como ha quedado claro con su rechazo a un cara a cara con Casado mientras se acepta un formato con Vox. Pero en la Comunidad Valenciana se da otra circunstancia: la caída de Unidos Podemos en el conjunto del país es aquí más intensa por la ruptura de la coalición con Compromís. Ambos concurrirán por separado y pasarán de ser la segunda fuerza a ser la quinta y la sexta, según las estimaciones del CIS.

El panorama que vaticina el CIS para la Comunidad Valenciana es el siguiente: PSOE 11-13, PP 6-7, Cs 3-6, Vox 3-5, UP 3, Compromis 1-2, PACMA 0-1 . Ese escenario permitió a Sánchez reclamar el voto para el PSOE ante el «mar de siglas» que inunda la política española y en particular la política valenciana. Sánchez dijo entender que con tantas opciones haya gente «dubitativa». Y para resolver esa ecuación el PSOE plantea una elección polarizada «entre futuro y pasado» y se reivindicó como «el único que puede frenar a esta derecha».

La apelación a los indecisos es fundamental. Los estrategas socialistas tienen en su punto de mira a los votantes de Ciudadanos incómodos con la estrategia de Albert Rivera de apostar a una coalición que necesitará del apoyo de Vox. En ellos piensa cada vez que repite su «no es no» a los independentistas: «No va a haber referéndum en Cataluña, no va a haber independencia. No es no». Se dirigió a los líderes del secesionismo para que «sean valientes» y digan a sus seguidores «que les han mentido».

Para eso Sánchez se vendió ante aquellos que «nunca han votado al PSOE». Y ayer lo hizo hasta como mal menor: «Quizás me ven a mí y dicen “este hombre no es que me parezca el mejor de los candidatos, pero visto lo visto apuesto por el PSOE”».

Un Gobierno a la portuguesa

La Comunidad Valenciana es además ejemplo para Sánchez por la alianza que ha permitido a Ximo Puig ser presidente de la Generalitat los últimos cuatro años con Compromís y el apoyo externo de Podemos.

Esa es la fórmula predilecta de los socialistas para mantener La Moncloa. El Gobierno a la portuguesa. Con Podemos como principal socio y el eventual apoyo del nacionalismo valenciano . Y si fuera necesario, del vasco del PNV. Una fórmula sin los independentistas catalanes que en cualquier caso un veterano dirigente del PSPV consideraba ayer muy difícil: «Está pasando como en Portugal, pero la derecha aunque dividida va a estar muy movilizada y eso hara difícil las sumas».

Sánchez dio muestras ayer de que ese es su camino y que no se plantea a estas alturas un acuerdo con Ciudadanos al referirse a Casado, Rivera y Abascal y apuntar que el próximo 28 de abril «se van a ir juntos a la oposición».

Antes que él el presidente Ximo Puig pidió a sus electores que no se confíen con las encuestas: «No es verdad que ya está todo arreglado con las encuestas. Si no somos capaces de movilizar, no ganaremos». O la candidata del PSOE al Congreso de los Diputados por Castellón, Susana Ros, que pidió votar al PSOE «para que el voto no acabe en la papelera» porque a las elecciones «se presentan muchos partidos pero muy pocos van a poder formar Gobierno».

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