El último debate: Moreno se mantuvo en medio de la bronca a derecha e izquierda

El presidente demostró que su adversario son las encuestas tan positivas a su favor. Estuvo cauto, a veces cohibido, ante los intentos reiterados del resto de candidatos de sacarle de su moderación en un debate que fue más bronco que el primero. Cumplió la misión de mantenerse en la centralidad: «Olona me ataca y la izquierda también. Eso demuestra que estamos en el lado de la moderación y la sensatez», dijo. Marín le sirvió otra vez de escudo para poder gestionar las réplicas. Consiguió un gancho directo a Espadas citándole como «delegado de Sánchez en Andalucía» y logró no entrar al trapo de las insinuaciones de Olona sobre un futuro Gobierno de coalición que el propio debate demostró sería una auténtica jaula de grillos. Es lo que pretendía

Prescindió de nuevo de la corbata lo que le aleja de su imagen más institucional, la más habitual por su trayectoria política. Se esforzó en poner ejemplos concretos personalizados en los reproches a la gestión del Gobierno de la Junta para demostrar cercanía con los ciudadanos siendo un candidato menos conocido. Fue más agresivo sin entrar en el juego sucio, pero no logró atraer la atención en las fases claves del debate ni mantenerlo como un debate a dos como principal aspirante a la presidencia. Admitió su papel como embajador del sanchismo sin rechistar y en su reiterada alusión al posible pacto PP- Vox se daba como perdedor por adelantado.

El candidato de Ciudadanos fue, de lejos, el que estuvo más cómodo y relajado en el debate descolocando con su retranca a Macarena Olona, cuando ésta le recordó el vídeo haciendo torrijas que subió a las redes sociales durante la pandemia. «¿Usted sabe hacer torrijas, señora Olona?», le replicó. También supo marcar distancias con el PP al asegurar que suele pactar con Vox en Madrid. Y a Espadas le echó en cara que tenga un discurso distinto según donde gobierna el PSOE y defiende el cupo vasco y navarro que perjudica a Andalucía. Bien en la defensa de la financiación y en la gestión de datos del trabajo del Gobierno andaluz que llevaba memorizado evitando mirar chuletas.

La candidata de Por Andalucía tiene el problema de representar hasta a seis organizaciones diferentes, lo que le obliga a plantear argumentos complejos. Ayer buscó el cuerpo a cuerpo con el presidente de la Junta obviando a quien es su verdadera rival en las urnas el próximo domingo: Teresa Rodríguez. « Le felicito, señor Moreno, qué bien actúa usted», le dijo en una ocasión. «Perdone que se lo diga pero se le está poniendo toda la cara de Susana Díaz» fue otra de sus frases. Actuó de escudera de Yolanda Díaz defendiendo su gestión en el Gobierno.

La candidata de Vox atemperó el tono mitinero de su primer debate sin rehuir el ataque directo al presidente andaluz. «Deje de hablar en 'politiqués' y conteste: ¿Va a ser mi vicepresidente de la Junta?», le retó, ante un candidato del PP que no salía de su asombro y con el que tiene «tan poquitas ganas de gobernar juntos» como él. Tuvo para todos: al Gobierno del PP-Cs le afeó que «se trague la bazofia ideológica» de la izquierda, al PSOE que «no devuelva lo robado en los ERE» y a Teresa Rodríguez que defienda enseñar a los niños a masturbarse en los colegios.

La candidata de Adelante Andalucía jugaba a afianzar los dos o tres escaños que le conceden las encuestas y por eso fue la más viva en la televisión con frases ocurrentes que añadieron pimienta a la jornada. «A usted, la del negacionismo climático la podemos llamar Iberdrolona, por las acciones que tiene». «Que nadie diga nada de la masturbación que Woody Allen decía que era hacer el amor con quien más te quiere. Yo estoy por la educación sexual de los menores», dijo. También defendió al colectivo LGTBI, «no queremos volver a meter a nadie en los armarios».