Federer hinca la rodilla ante Raonic

Entre dos sacadores que apuntan sus primeros golpes superando con amplitud los 200 kilómetros por hora, el partido no podía tener demasiados intercambios. Con un inicio frío, en el que apenas se disputaron un par de golpes por punto, los jugadores encontraron en sus propios errores al peor de sus enemigos. Le pasó a Roger Federer, que cedió su saque en el tercer juego merced a tres fallos consecutivos y una doble falta inoportuna . A Raonic le bastó con aguantar dos pequeños sustos para certificar la rotura y encaminarse con su cadencia lenta habitual hacia la victoria en el primer set.

Tan centrado en su primer servicio estaba el canadiense, que las estadísticas hacían saltar las alarmas: solo dos puntos de los ocho jugados con segundo servicio en los ocho primeros juegos. Sin embargo, aprovechó el break y c orroboró su mejoría también en la red, donde acudió cuando sus primeros bombazos no entraron. No pudo hacer mucho más Federer, su lucha al resto no fue suficiente para recuperar la desventaja.

Aprendió de ese error que lo condenó en el primer parcial y Federer apuntó mejor con su servicio. No obstante, al suizo se le notó que s u cuerpo ya no recupera tan bien como antaño y las tres horas y 22 minutos del encuentro ante Marin Cilic le pesaron. Se apoyó en eso Raonic, mucho más fresco y contundente también cuando los puntos se alargaban más allá del saque y el resto. Y sobre todo, en los momentos de mayor tensión.

El número 3 del mundo, experimentado en los tiempos de intensidad de los partidos, apretó el acelerador y se animó en cada punto para ganarse cuatro opciones de rotura con 4-5. El canadiense arriesgó a la línea para levantar el primero, también con el segundo, y con un genial segundo servicio para llevar el peligro a deuce. El suizo no encontró resquicios en los potentísimos saques del rival en el duodécimo juego y tuvo que esperar a buscarse de nuevo las opciones en el tie break. En el desempate volvió a contar con tres opciones de set después de que una doble falta de Raonic le diera un impulso. Y esta vez lo aprovechó a la primera. Un buen resto y una mala contestación del canadiense con su revés paralelo. El partido volvía a empezar, pero con un más activo Federer que obligaba a Raonic a apurar sus opciones con el saque.

La presión tomó el brazo del número 7 del mundo en el séptimo juego del tercer parcial. Federer adelantó un paso y Raonic lo retrocedió, concediendo más errores de los que podía permitirse y una bola de break que celebró Federer. Le daba la vuelta al marcador y se sentaba con 2-1 a favor.

Sin embargo, las piernas del suizo comenzaron a acalambrarse. Fueron tímidos al principio y los olvidó al resto, intentando desequilibrar a su rival, impasible con sus 230 kilómetros por hora en el saque. Su envergadura le permite estos lujos. Sus brazos funcionan como palancas que multiplican la velocidad de la pelota y dificultan su lectura, aunque al otro lado esté Federer, uno de los mejores restadores del circuito. Con estas habilidades el suizo buscó con ahínco el fallo rival: dos bolas de rotura en el quinto juego que Raonic salvó con un buen servicio y una mejor derecha. Era un aviso de que el ganador de siete títulos no quería ir al quinto set, su cuerpo no iba a aguantar dos partidos a cinco mangas. En su larguísimo historial todavía no hay dos victorias consecutivas de colosal tamaño.

Cansado uno y otro, ni los primeros servicios del canadiense ni los otrora grandes derechas del suizo fueron tan certeras. Ambos sufrieron más en este cuarto set: Federer porque volvió a enredarse en sus propios errores, tal y como había hecho en el primer parcial, y Raonic porque vio peligrar su porcentaje de puntería en su mejor golpe. La contienda se llenó de opciones de rotura, de uys en la grada, de puntos sin apenas intercambios pero con grandes dosis de tensión. Lo intentó Federer con el 2-2, con el 3-3 y con el 4-4 , donde logró una bola de rotura que el canadiense salvó con un gran servicio a 230 kilómetros por hora. También insistió con el 5-5, pero también fracasó.

Fueron hasta ocho opciones desaprovechadas que dieron alas a Raonic. El suizo, además, volvió a liarse él solito con dos dobles faltas consecutivas que ofrecieron tres bolas de set para Raonic . La primera la salvó con un gran servicio; la segunda, con una buena volea; con la tercera no pudo. Volvió a equivocarse al lanzar su derecha paralela y le superó Raonic en la red. El partido se iba a decidir en el quinto set, también con cambio de tensión en la pista, pues fue Federer quien comenzó el parcial definitivo todavía lamentándose del grave error.

Un golpe moral que acusó en el cuarto juego. Un tropezón inoportuno le puso en bandeja a Raonic una opción del break. La levantó. Pero su confianza se había quedado en el suelo y con otra doble falta le regaló al canadiense, esta vez sí, su primera final de un Grand Slam. Evitó con saques que los puntos se alargaran hasta los calambres de sus piernas, pero no pudo hacer nada al resto para evitar la derrota. Al otro lado de la red, Raonic se hizo más y más grande, en confianza, en juego, en actitud, hasta convertirse en el candidato al título arrebatándole a Federer el sueño del octavo. Y quién sabe si también sus últimos momentos tan cerca del cielo.

Será la undécima final de Wimbledon para Roger Federer , la primera para Milos Raonic . Será el triunfo 85 para el suizo en Londres, la decimosexta para el canadiense. Son el presente en sus últimas horas y el futuro en sus primeras chocando en las semifinales de Wimbledon . Hoy, a partir de las 14.00 horas , Federer y Raonic se disputan un billete para el último día del torneo de hierba. Con las mismas ganas, uno por lo que acumula, el otro por lo que empieza a recoger.

Tan separados en el tiempo que mientras los que están llamados a liderar la nueva era del tenis se relajan y entonan sus músculos en máquinas de alta tecnología que enfrían el cuerpo, Federer confiesa que su desafío al tiempo lo maneja con una buena noche, alimentarse bien y confiar en las manos de los masajistas. «Soy de la vieja escuela» , apuntó el suizo. También a la hora de valorar su estado de forma y el reto que le supone Raonic después de batallar hasta el quinto set contra Marin Cilic en cuartos. «Lo que me gusta de estar en un quinto set es que realmente compruebas cómo está tu estado de forma, dónde está tu mente. ¿Puede tu hombro, tu espalda, tus piernas mantenerte durante tres horas y 17 minutos golpeando grandes servicios, corriendo y siendo explosivo? ¿Puedes manejarlo? Esto me da mucha confianza para seguir avanzando. Siento que tengo claras opciones en la semifinal », amenazó el número 3 del mundo, mucho más experimentado que su rival.

Porque para Raonic será la segunda semifinal en Wimbledon de su carrera. La anterior, en 2014, también tuvo a Federer como rival, y como verdugo. Un 6-4, 6-4 y 6-4 le bastó al suizo para desembarazarse del canadiense. Aunque en estos dos años ha crecido física y mentalmente, apoyado en dos grandes entrenadores como Carlos Moya y John McEnroe, y elevado hacia la séptima plaza del ranking con un servicio descomunal, una derecha hiriente y una altura que asusta al otro lado de la red. «He mejorado en todos los aspectos. He aprendido a darle la vuelta al juego para adaptarlo a mi tenis. Cuando las cosas no van bien sé cómo modificarlas. Y alcanzar la semifinal no es suficiente para mí. Es Federer, y estoy feliz de tener una segunda oportunidad contra él. Tengo muchos objetivos que van más allá de este torneo, pero para alcanzarlos tengo que enfrentarme a los mejores tenistas en los mejores torneos», sentenció el número 7 de ATP .

Desde 2012, Raonic y Federer se han enfrentado en once ocasiones . Solo dos terminaron con victoria para el jugador de 25 años: cuartos del Masters 1.000 de París en 2014 (7-6 (5) y 7-5) y su choque más reciente, en la final del torneo de Brisbane a principios de año (6-4 y 6-4). Pero cada partido esconde una historia distinta. La de las semifinales de Wimbledon vuelve a hacer chocar dos generaciones, con las mismas ganas de seguir en el camino hacia el título de Wimbledon. Hoy, a partir de las 14.00 horas, ni el palmarés de uno ni la edad del otro importarán demasiado.