Nadal llega a la final después de un grave error del árbitro

Fue con 3-2 en la primera manga, un juego larguísimo con saque para Goffin para ponerse 4-2 y mantener el altísimo ritmo con el que se presentó en la central monegasca. Nadal, sin embargo, peleó ese juego con unas y dientes, pero lo perdió finalmente porque un golpe desde el fondo de la pista se fue claramente . Bien el línea, que cantó mala esa bola, bien Goffin, que señaló el bote sin que fuera necesario ya que se vio con claridad, e incomprensible Mourier con su decisión, pues bajó del trono, señaló una marca que no era y descentró por completo al belga. El abucheo en la Raniero III fue descomunal e incluso Nadal, al otro lado de la pista, se llevó su parte. Para colmo, la máquina, que en arcilla no tiene valor, dibujaba la trayectoria de la pelota y ni siquiera se acercaba a la línea.

De ese 4-2 para Goffin se pasó al 6-3 a favor de Nadal , claramente beneficiado por esa acción. Se aprovechó del apagón del 14 del mundo y mandó con cierta autoridad hasta apuntarse la primera manga. Tampoco él hubiera querido que transcurriera así, pero no había vuelta atrás.

Cuando Nadal se fue al baño en el intermedio, Goffin siguió con una protesta estéril. Se lamentó ante el supervisor, trataba de convencer al juez de silla de su estrepitoso error y la grada continuaba con sus silbidos. El partido ya no existía para Goffin, que estaba pendiente de todo menos de su juego. Evidentemente, la segunda manga fue un visto y no visto.

Se la llevó Nadal con facilidad y ni siquiera mostró alegría en el último punto. Tendió la mano a Goffin, saludó con timidez a una grada agitada y masticó en silencio la excelente noticia de estar otra vez en la final de Montecarlo, candidato al décimo mordisco en este albero. El domingo se medirá a Albert Ramos (14.30 horas, Movistar Deportes 2 y ABC.es) en una pelea cien por cien española, mientras Goffin se sigue preguntando qué hubiera sido de haberse puesto 4-2. En cualquier caso, no compitió a partir de ese instante y no quiso saludar a Cedric Mourier, el nombre de un partido para recordar.