Prueba de nivel para Nadal

El búlgaro es un jugadorazo en estilo y formas, aunque se esperaba algo más en su crecimiento. Está ahora a las puertas del top 10 –llegó a ser ocho–, pero sí que es cierto que se le encumbró porque tenía una pinta magnífica cuando era todavía un adolescente. De todos modos, no va mal a sus 23 y es de esos talentos que en una tarde te complican la existencia, siempre pendiente de cómo haya amanecido.

«De él me preocupa todo», reconoció Nadal después de superar el jueves a Simone Bolelli por un doble 6-2 , otra sobremesa rutinaria para seguir creciendo. «Es un jugador consolidado, ya no es una promesa. Lleva muchos años ahí y tiene un buen saque, una derecha fantástica, varía con el revés, volea bien, se mueve... Además, ha ganado ya partidos complicados aquí y eso le da ventaja, será difícil», aceptó el balear.

El campeón de catorce grandes sabe que Dimitrov eliminó a Fognini y a Wawrinka y también que casi siempre le ha inquietado en los cinco precedentes. Salvo el último, Roma 2014, todos los anteriores tuvieron emoción y el búlgaro le birló un set en los cuatro.

«Es un test que te pone en su sitio. Es la oportunidad de pelear contra un rival de máximo nivel. Las cosas son distintas ahora y tengo que empezar de cero». El Nadal de ahora, que frena a cualquier optimista, habla con precacuión desde el chasco que se llevó hace unos días en el Godó, inesperado porque llegaba con la inercia positiva de Montecarlo.

No cabe mirar más allá del día a día, del partido a partido. El cuadro se le abrió desde el principio, pero Dimitrov es un jugador con suficiente nombre como para estar alerta. «Hay que celebrar que estoy en los cuartos de final de un Masters 1.000. Mis objetivos ahora son pequeños, son a corto plazo. Y he de valorar cada avance de manera positiva », repite. Tiene un examen de nivel.