Djokovic, maestro en París

En el otro París, en el París cubierto y de pista rápida, el balcánico rompe la estadística que dice que nadie repite. Aparece en el palmarés de 2013 y también en el apartado para el ganador de esta edición, muy superior durante toda la semana. Llegó pocos días después de que su mujer diera a luz al primer hijo de la pareja y el premio es un trofeo simbólico y sentimental, el regreso del campeón.

Fue una victoria expeditiva, con más seriedad que brillo. Para desconectar a Raonic, Djokovic entiende que necesita poner mil ojos en cada resto, sometido a un bombardeo por parte de uno de los mejores sacadores del torneo. Sucede que el número uno es también un especialista contrastado en el arte de devolver y rompe dos veces al canadiense en el primer set para finiquitar la historia. Además, cuando Djokovic se ve al límite, reacciona con un acierto pleno y salva los cuatro puntos de break que concede. Así se escribe el triunfo.

Ahora que se espera el asentamiento de los jóvenes, cada vez más repartido el tesoro, Raonic demuestra que está algo verde en estas citas. En su segunda final de Masters 1.000, no compite como la ocasión merece y comete errores de bulto que le penalizan. Pretende dejar claro que es algo más que saque y palo, pero se equivoca en momentos puntuales, demasiadas concesiones para Djokovic. Raonic, que se empeña en buscar el revés del enemigo, cava su propia tumba cuando comete una doble falta en el segundo juego de la segunda manga.

Con todo a su favor, Djokovic, que antes necesitó asistencia médica por un problema en el tobillo, se deja llevar hacia otro domingo glorioso. Lleva ya seis títulos en esta temporada y desbrava la pujanza de Federer, que queda a 1.310 puntos de la cima. La temporada finaliza con la Copa de Maestros, que empieza el 9 de este mes en Londres. Djokovic, impulsado en París y ya con 600 triunfos en la ATP, parte con ventaja.