abierto de australia
Nadal-Federer, el clásico que nunca acaba
El español y el suizo se medirán el viernes en las semifinales de Australia, capítulo 33 de la rivalidad más bonita del tenis
Nadal-Federer, el clásico que nunca acaba
En la preciosa Rod Laver, Rafael Nadal y Roger Federer se vuelven a citar, entrega 33 del clásico por excelencia del tenis. Hay rivalidades con más episodios, como el Nadal-Djokovic (39) sin ir más lejos, pero ninguna tan bonita como la que mantienen el ... español y el suizo, que se hablaron por primera vez en una pista de Miami en 2004.
Desde entonces, horas de puro espectáculo y casi siempre luchando por algo grande, como lo es esta semifinal del Abierto de Australia, el duelo que siempre vuelve. El viernes (09.30 horas, Eurosport), pugnan por la final del primer grande de la temporada después de que Nadal escapara vivo de la trampa de Grigor Dimitrov y Federer se gustara contra Andy Murray , sensaciones opuestas antes de una batalla para disfrutar más allá de la bandera y del pasaporte.
En Melbourne, navegan por caminos muy diferentes, delatados por la expresión corporal. Mientras Nadal sufre como nunca en las dos últimas tardes, con el ceño fruncido y pendiente de una ampolla en la mano izquierda que le tiene frito, Federer vuela hacia el pasado, cada día más parecido a aquel tenista superlativo que gobernaba a su antojo en cualquier escenario y ante cualquier rival. En su partido ante Murray, ya con el sol acostado, completó una exhibición en los dos primeros sets y se repuso a tiempo después de enredarse él solito en el tercero, en donde dejó escapar dos bolas de partido.
Fue poco después de la rutinaria lección de Nadal, número uno para gestionar las veladas bajo presión como la que tuvo con el talentoso Dimitrov . No jugó bien, incómodo porque el vendaje le quitaba sensibilidad en el saque (siete dobles faltas), y sus derechas se quedaban muy cortas, irregular en las tres horas y 39 minutos que duró el pulso.
Tuvo coraje, eso sí, para revertir una situación que pintaba muy mal después del primer parcial y se libró del precipicio en el tercero, en donde salvó tres pelotas de set. A falta de golpes y brillo, honor y galones para desmontar a un enemigo enorme que no tardará en estar entre los grandes. Dimitrov, de 22 años, es el 22 del mundo y subiendo, por fin reconocido por su propio nombre y no por el de «Baby Federer». Tiene muchas cosas en común con el genio suizo, pero aún le queda un trecho para ser un campeón.
Federer lo es y lo será siempre, encantado con volver a enfrentarse contra su enemigo íntimo en un grande. «Estoy feliz de tener la oportunidad de jugar con él de nuevo en un Grand Slam, no recuerdo cuando fue la última vez (Australia 2012). Los enfrentamientos particulares están a su favor, pero estoy deseando charlar con Stefan Edberg, porque hablamos cuando vino a Dubái sobre el juego, y también sobre Rafa. Nos prepararemos, espero poder ganar», suplica el ahora seis del mundo.
Nadal siempre ha repetido que no hay nada comparable a los encuentros con Federer, a quien domina de forma contundente ( 22-10 ) y al que ahora tiene en el punto de mira en la clasificación de tenistas con más majors. El líder de la ATP contabiliza 13 y está a uno de Pete Sampras y a cuatro del helvético. «He jugado contra él muchas veces, no necesito hablar mucho del partido. Necesitaré jugar a mi mejor nivel».
Lo dice después de otro maratón que termina con buena cara pese a la llaga, otro elemento al que derrota. «He sufrido muchísimo», apunta después de apagar a Dimitrov. Pero a Nadal le gusta, nadie aguanta como él. Ni siquiera Federer, con quien tiene otra reunión.
Ver comentarios