Copa de Maestros: Nadal-Djokovic, el último desafío

En Londres, y después de un maratón de más de 80 tardes, Nadal llega a la última etapa de un viaje fantástico que se resume con diez títulos en trece finales . En febrero, en la chilena tierra de Viña del Mar, el balear apenas podía moverse después de siete meses y pico de lesión y ahora oposita a maestro impulsado por una pasión incomparable. « Sería fantástico acabar el año con una victoria aquí», reconoce a los cuatro vientos, ilusionado con un título que se le resiste.

Es su segunda final en Londres, derrotado en 2010 por Roger Federer porque el suizo siempre le ganaba en estas circunstancias. Eso era hasta el domingo, pues Nadal, empeñado en derribar muros, desactivó al suizo en pista rápida y bajo techo por primera vez en su carrera. Un triunfo de peso, cuarta victoria de la semana para afrontar la lucha de este lunes con la moral por las nubes.

Le espera Novak Djokovic, que está desatado y que aplastó a Stanislas Wawrinka . El otoño, es absurdo negarlo, pertenece al serbio y más desde que perdió en la final del US Open. Desde entonces, títulos en Pekín, Shanghái, París-Bercy y ahora final en el torneo de los torneos, 21 triunfos del tirón para proclamar al mundo entero que es un campeón magnífico. A Djokovic, que todavía le queda la Copa Davis (del 15 al 17 de noviembre en Belgrado contra la República Checa), le incomoda haber perdido esa posición de privilegio y ha luchado hasta el final. Es maravilloso.

Este año, Nadal y Djokovic se han encontrado en cinco ocasiones , todas ellas apasionantes. En Montecarlo, el balcánico acabó con la hegemonía del zurdo al imponerse en la tierra del Country Club, primera derrota de Nadal después de perder en la final de Viña del Mar. Pero se rehizo con ese triunfo memorable en la semifinal de Roland Garros , brilló en Montreal y tocó el cielo con la final del US Open , sencillamente espectacular. El último cara a cara fue en Pekín , justo el día después de que Nadal se alzara con el trono mundial. Se impuso Djokovic sin discusión.

Y ahora, el partido del año, última parada de este 2013. El entorno favorece a Novak Djokovic porque adora el cemento y porque, al jugarse bajo techo, no hay elementos externos que pueden ayudar a los golpes liftados de Nadal. «La ATP tampoco me ha ayudado a que lo pudiera ganar. A mi modo de ver es injusto que todos los años se dispute en esta superficie , aunque yo no he sido lo bastante bueno como para imponerme aquí», apunta el número uno del mundo.

Djokovic, desde la distancia, rechaza cualquier favoritismo y resume lo que es una rivalidad preciosa. «No importa en qué torneo nos encontremos, siempre que jugamos, especialmente en los últimos años, siempre hay mucho en juego ». Ante todo, y expuestos a una batalla que tiene pinta de prolongarse en el tiempo, hay infinito respeto entre ambos.