Robredo, de milagro en milagro

En la Lenglen, y negociando de mala manera el viento de un domingo cambiante, Almagro se acercó a la victoria de forma irremediable, convencido de que los dos sets de ventaja y el 4-1 en el tercero bastaría . Pero se olvidó de que enfrente estaba un superviviente como Robredo, el héroe de estos días en París. Ante Sijsling y Monfils, el catalán revirtió una situación imposible y se conjuró para repetir gesta ante Almagro. Fue apoteósico.

El murciano había gestionado mejor los intercambios desde el fondo de la pista, una oda al revés a una mano que tan de moda está en Roland Garros. De los 16 elegidos, ocho de ellos lo ejecutan a la antigua y el de Almagro es una garantía, poderoso como un martillo cuando lo aplica con cabeza.

En el primer set, Almagro se complicó más de la cuenta, pero le dio para vencer en el tie break a un Robredo aparentemente fatigado. Llevaba muchos kilómetros en las piernas, pero la ilusión en esta nueva etapa de su vida le mueve para llegar a bolas imposibles . Con 31 años, y después de ocho meses de lesión, se divierte más que nunca en la pista.

Parecía que esa primera manga pesaría demasiado y más después de que Almagro se impusiera en la segunda con cierta tranquilidad. Se escribían las crónicas con el nombre de Almagro en el titular y se buscaba una foto de felicidad, más todavía cuando se puso 4-1 en el tercero. De repente, un giro inesperado, un cambio radical para llegar a una situación del todo imprevista. Robredo estaba vivo, muy vivo.

Y eso que en el cuarto set también se asomó al precipicio. Volvió a salvar un 4-2 en contra y lo dejó todo para el quinto, drama asegurado . Ahí, en el inicio, Almagro volvió a romper el saque de Robredo y se avanzó 2-0, pero tampoco así. Accidente sonoro de Almagro con un trágico final.

A Robredo le quedaba otro crédito por gastar y, en el carrusel de roturas, llegó a ponerse con 3-2 y saque. Lo perdió enseguida, pero se mantuvo el debate hasta la extenuación, con la grada agitada y los dos tenis tas incitando con gestos futboleros. En la montaña rusa, la cabeza de Robredo funcionó muchísimo mejor y acabó rebozado otra vez por la tierra de París. Como en 2003, 2005, 2007 y 2009, llega a los cuartos de Roland Garros. Es un milagro llamado Robredo, que lloró como un niño después de tres horas y 49 minutos.