Nadal destroza a Federer para reinar en Roma

Al propio Nadal le sorprende que el curso sea tan bueno, campeón antes en Sao Paulo, Acapulco, Indian Wells, Barcelona y Madrid. Ahora suma Roma y el título le catapulta a la cuarta plaza de la ATP , interesante el dato y más con vistas a Roland Garros. París está a la vuelta de la esquina y nadie duda del favoritismo de Nadal, una bestia desatada que supera a David Ferrer en la lista.

Pulverizó a Federer en un periquete, la vigésima victoria en treinta tardes eternas con el suizo . Siempre apetece un clásico del tenis moderno, pero esta vez no hubo mayor debate que el de los dos primeros juegos, el único momento en el que Federer pudo celebrar algo. Se apuntó el juego inicial con su saque y luego se difuminó, víctima de la versión más seria y aseada de Nadal.

Al balear le acompañó el sol y pasó de inmediato al ataque, tan eficiente como en semifinales ante Tomas Berdych. Buscó, como siempre, el revés del helvético y se encontró con un puñado de fallos de su rival , 15 errores no forzados en la primera manga. Fue coser y cantar, 23 minutos de exhibición de Nadal para dar el primer paso hacia su trono.

El único momento de peligro llegó en el primer juego del segundo parcial. Federer dispuso de una bola de break, pero no estaba como para luchar por nada, muy lejos de su nivel exhibido durante la semana. Se le escapó su saque a las primeras de cambio y se dejó llevar hasta el previsible desenlace, molesto el público de Roma porque esperaba algo más.

Después de nueve juegos sin sumar, Federer salvó el desastre cuando ya se intuía el cero. Frenó la sangría y pareció contentarse únicamente con eso, maltratado por un coloso que bordó el tenis pese a las dudas que tuvo a la hora de cerrar el encuentro. Era Nadal desatado, era Nadal en plan Nadal, tan superior como lo fue en la final de Roland Garros de 2008 (6-1, 6-3 y 6-0).

Fiel a su rutina, alzó los brazos en la arcilla antes de recordar todos los malos momentos, esos siete meses sin hacer lo que realmente sabe hacer. Es un competidor nato y tiene al circuito asombrado con esta reaparición gloriosa, tremendo en todos sus golpes y con una condición física notable. En Roma ha salvado todo tipo de trampas como la de Gulbis o Ferrer antes de morder su sexto trofeo y pensar, desde ya mismo, en París. Todos contra él, es el hombre a batir.