TORNEO CONDE DE GODÓ
Nadal gana su octavo Godó
El balear supera un inicio tremendo de Almagro y se acaba imponiendo en una gris final por 6-4 y 6-3
e. yunta
Por octava vez, una rutina perfecta,Rafa Nadal muerde el gigantesco trofeo del Conde de Godó, campeón en una gris final ante Nicolás Almagro. Supone el cuarto título del año para el balear, impulsado en la tierra porque ahí es prácticamente invencible, repleto de moral ... para las etapas que se le avecinan antes de Roland Garros. En una hora y 32 minutos, se deshizo de Almagro una vez más por 6-4 y 6-3 y reedita éxito en Barcelona. [Así lo hemos contado]
La victoria llegó sin brillo, más oficio que tenis en la mochila del eterno vencedor. A Nadal le llevó hasta el cielo su nombre y le ayudó el bajón de Almagro cuando la batalla se antojaba durísima. Al murciano, penalizado por la estadística porque le decía que en los nueve choques anteriores siempre había perdido, no le dio con un inicio apoteósico y acabó con la misma cara que en las anteriores ocasiones.
Su puesta en escena fue tremenda. No acompañaba el día, tan desapacible que incluso se jugó con lluvia, y a Nadal no le gustan las nubes. Sin sol, y con la tierra tan húmeda, sus golpes no hieren tanto al enemigo porque no cogen efectos y Almagro se benefició de las circunstancias. En un visto y no visto, se puso con 3-0 y encima con dos roturas a su favor. El campeón estaba acorralado.
De todos modos, en el tenis está prohibido dudar de Nadal, tenista con mis vidas y que se subió a tiempo al carro de la final. Lo cierto es que le benefició Almagro, tan al límite que se pasó de frenada y dio alas a la bestia. Desaprovechó la renta que tenía y le perdió la cabeza. Para lo bueno y para lo malo, ese primer set se desarrolló siempre en función de lo que quiso Almagro.
Apenas se recuerdan puntos de mérito en Nadal, más pendiente de defender que de atacar. Las piernas del quinto jugador del mundo estaban más pesadas que de costumbre, pero le bastó con resistir y luchar al límite. En el noveno juego, salvó tres bolas de break y en el siguiente se apuntó la manga, primer paso hacia su octavo Godó.
A partir de ahí, Almagro se difuminó por completo. Ya no había ni rastro de ese ciclón de los primeros veinte minutos y confirmó su defunción al poco de empezar el segundo set. Perdió su saque de manera definitiva y le sirvió su cabeza en bandeja a Nadal. Obviamente, el balear aprovechó la circunstancia.
Barcelona es su tierra, como otras tantas, y en su club confirma que el camino es el correcto. Desde su vuelta, ha ganado Sao Paulo, Acapulco, Indian Wells y el Godó, con las únicas manchas de las finales de Viña del Mar (Zeballos) y Montecarlo (Djokovic). Ahora piensa en el Mutua Madrid Open y en Roma, paradas previas a Roland Garros.
Nadal gana su octavo Godó
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