El segundo palo

Siete vidas tiene un gato

«En el Prado, entre Artemisa de Rembrandt y La Virgen de la Rosa de Rafael Sanzio, está colgada la jugada del gato en el Calderón»

Pecho frío

Benzema, en su último día en el Bernabéu EP

Durante demasiado tiempo Benzema debió sentirse en el Real Madrid como el gato en un tejado de zinc recalentado por el sol. Y, aunque no iba dirigido a él, hizo suyo el consejo que Brick le dio a Maggie y saltó. Como el soldado ... que corre sin mirar atrás tratando de encontrar la próxima trinchera, esquivando fuego amigo y minas ajenas, Karim sobrevivió brincando de uno a otro tejado. «Diviértete», le dice Paul Newman a Elizabeth Taylor, «los gatos saltan sin hacerse daño». Y saltó. Primero lo hizo desde el tejado de la abulia para auparse al de la ausencia de gol, desde ahí brincó hasta alcanzar la barandilla de la eterna comparación con Cristiano y, como propulsado por un muelle gatuno, rebotó cayendo panza arriba en la azotea de la falta de liderazgo desde la que tomó un nuevo impulso que le hizo regresar a la casilla de salida. Y vuelta a empezar. Siete vidas tiene un gato.

De modo que Karim sujetó sin aspavientos la máscara del dulce British Shortair gris que se le había adjudicado y, también sin rechistar, aceptó de buen grado su papel de delicado actor secundario. Una cosa sí que le atormentaba: ¿Qué querrían decir con eso tan profundo de que era un 9 que no era un 9? ¿Había algún mensaje oculto en aquellas misteriosas palabras que no paraba de escuchar una y otra vez por la radio en boca de gente que sabía muchísimo más que él de fútbol? Y, por encima de todo, ¿qué era él en realidad si sólo era un 9 que en el fondo no lo era? Pues era un gato, sí, pero no el falso refinado que habían recreado sino uno callejero de Le Terraillon.

Sacó las uñas y apretó los dientes. En el Prado, entre Artemisa de Rembrandt y La Virgen de la Rosa de Rafael Sanzio, está colgada la jugada del gato en el Calderón. Pim, pam, pum en el alambre de la línea de cal. Pim para esquivar a Godín, pam para regatear a Savic y pum para burlar a Giménez, saltando como siempre de tejado en tejado.

El delantero que no era un 9 abandona el Madrid convertido en el segundo máximo goleador histórico del club por detrás de CR7. Se acaba una era. Quién sabe si, de haber sido un poco más perro, Karim no habría acabado por liderar esa clasificación individual pero a él sólo le apetecía jugar al fútbol. Echaremos de menos a Benzema pero el Real sobrevivirá por mucho que aquellos que llevan crucificándolo desde que llegó nos adviertan ahora de la tragedia griega que supone su adiós.

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