Real Madrid
El último reto de Benzema
El Real Madrid tiene dos objetivos en Butarque: rematar once victorias de once y conseguir que su ariete obtenga el Pichichi. Ahora mismo necesita dos goles para igualar a Messi, que juega frente al Alavés. Todo el equipo blanco desea cumplir las dos metas
El Real Madrid siembra ambición por todos los lares. En el estadio Alfredo Di Stéfano, en la ofrenda del título a las instituciones madrileñas y en todos los campos donde ha ido y ha ganado. Ha conquistado la Liga española y quiere más. Courtois ha ... conseguido el trofeo como guardameta menos goleado del campeonato. Y Zidane ha presentado al plantel tres retos para este gran final de campaña, dos de los cuales deben fraguarse hoy. El primero, vencer en Leganés y sumar once triunfos de once en la segunda fase del campeonato. Exige este broche. El segundo, conseguir que Benzema reciba el galardón que falta en su carrera «y que se merece», el título de máximo goleador de nuestra Liga. El tercero será vencer en Manchester y clasificarse para cuartos de final de la Champions. Pero esa meta puede esperar y la trabajará después de unos días de descanso para sus campeones.
Los dos grandes tiros al blanco del campeón en Butarque son muy claros y se topan de bruces con el partido a vida o muerte que dirimen los hombres de Aguirre, que necesitan vencer para intentar salvarse y esperar que el Celta pierda o empate.
Hay que explicar un hecho elocuente. Zizou tiene entre ceja y ceja al Leganés, y no por el rival, sino por el error cometido por el francés hace dos años al alinear en Copa un equipo repleto de suplentes tras vencer en la cancha blanquiazul. Cayó eliminado al perder en el Bernabéu. Fue una situación crítica que nunca olvidará.
El Leganés en su cabeza
Zinedine considera que entrenar al Real Madrid es una bendición caída del cielo y siempre lamentará aquel error. Dicen quienes trabajan cerca de él que se ha flagelado mucho con aquella derrota y que incluso fue una de las razones por las que abandonó el cargo en 2018, cinco días después de celebrar la decimotercera Copa de Europa. Ni las tres Champions, ni los once títulos, ni esta Liga le harán aparcar aquel recuerdo. Hoy lo tendrá presente. Siente la necesidad interna de vencer al Leganés. Es una obsesión íntima. El reto de dar el Pichichi a su compatriota aumenta este cúmulo de sentimientos para jugar hoy como si les fuera el título en el empeño.
Juega Areola y se despide
Con ese fin, Zizou presentará esta noche un once aguerrido en Butarque. Entre otras cosas, porque el Real Madrid es respetuoso con la Liga y debe jugar con seriedad cuando el Celta y el Leganés se juegan la vida, traducida en permanencia.
Courtois y Hazard descansarán hoy. Son reservados pensando ya en la Liga de Campeones. Areola tendrá el merecido premio a su trabajo y disciplina, como despedida antes de su retorno al PSG. Habrá protagonismo para Brahim y Nacho. Y el entrenador confeccionará un buen centro del campo para tener el balón, dominar, atacar y buscar esos goles que necesita su paisano. De momento, debe marcar dos para igualar los 23 de Messi y compartir el galardón. El madridismo reza para que el argentino no marque frente al Alavés y ponga el listón imposible. El Barcelona juega antes y el delantero madridista sabrá si su anhelo es factible. Florentino Pérez, Zidane, Ramos y todos los compañeros quieren que «Karim» logre ese reconocimiento. Sería la mejor respuesta a once años en los que tuvo que escuchar que no era un «nueve» para el Real Madrid. La mayoría de sus críticos no querían admitir que el verdadero ariete era Cristiano y el francés explotaba con arte las cualidades del coloso portugués.
Otro reto de dos goles
El adiós del artillero luso dejó el camino libre para que el «nueve» demostrara que es un buen delantero si ejerce de ello. Ha rendido mejor que nunca estos dos últimos años. Y solo ha lanzado cuatro penaltis en este campeonato. Messi ha disparado cinco. Si el francés hubiera protagonizado otros tiros desde el punto fatídico, asegurados como goles fundamentales por Ramos, el mejor especialista, Benzema sería hoy el Pichichi. El capitán le dejó disparar el último porque veía que el premio de mejor goleador se ponía a tiro. Es una meta muy complicada, pero es un ensayo perfecto del enfrentamiento que el Real Madrid tendrá frente al Manchester City el 7 de agosto en la Champions. En ambos casos el conjunto de Zidane necesita dos tantos para alcanzar la meta. Hoy es imprescindible que esas dos dianas las firme un hombre.
Estos objetivos desvelan quién es en verdad Zinedine Zidane. Dentro de esa humildad se esconde un hombre que ha adquirido la ambición que define al Real Madrid desde que llegó al club en 2002 como futbolista. El marsellés se transformó mentalmente cuando llegó al club español en plena madurez como centrocampista. Vio que esa casa exigía más, se exigía ella misma mucho más. Y ahora, como entrenador, traslada esa filosofía a sus pupilos, que la han asimilado igual que él.
Tras conquistar una Liga que en marzo parecía perdida, los jugadores no han vuelto la cara cuando el técnico les ha pedido rematar la faena con once victorias, un dato que pasará a la historia, y les ha dicho sencillamente que Benzema merece el Pichichi. Solo se lo ha comentado. No necesita decir más. El equipo está comprometido en ello.
Zidane descarta a Bale
El que no ha demostrado compromiso es Bale. No ha jugado ni un segundo durante los seis últimos encuentros. Zinedine Zidane se ha dejado de diplomacias y se ha quitado de encima al galés, una vez conquistada la Liga. No ha sido convocado para el partido ante el Leganés «por decisión técnica». Sin tapujos.
El entrenador no lo hizo antes, aunque lo deseaba, porque un descarte del número «once» en la convocatoria armaría una guerra mediática que al final podría desconcentrar al plantel y perjudicar el objetivo de la consecución del título. Alcanzada la meta, el entrenador ha hablado claro: no quiere a Bale la próxima temporada.
Le restan dos temporadas de contrato y el técnico no desea ver al británico en septiembre, cuando comience la nueva Liga española. Es complicado, porque nadie le pagará la ficha que cobra en el club de Concha Espina. Percibe doce millones anuales netos, que suponen 23 millones brutos por curso. Su rendimiento, su falta de actitud, no animará a nadie a pagar eso. Es un problema.