Fútbol
El Madrid y la termodinámica
Se renuncia a explicar el éxito del Real Madrid, pero en sus tres jugadores principales, Courtois, Vinicius y Benzema, se observa el fruto de tres políticas deportivas del club
La capital se rinde al campeón eterno
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Iniciar sesiónYa sea para elogiar una especie de ‘metafísica’ del Madrid o para desmerecer sus victorias, ha hecho fortuna la explicación basada en la magia, ‘el gen’ o, sencillamente, la no explicación.
Pero tras un año de fútbol, hay cosas explicables y la explicación ... misma parece entrañar cierta importancia.
El Madrid presenta para esto una dificultad táctica. No es un equipo con eso que llaman ‘propuesta’, no es sistemático, monomaníaco, ‘filosófico’, no es nihilista de la posesión o de la ausencia de ella. Es un equipo que no se ha pensado para dominar ‘intelectualmente’ Europa y tampoco es un equipo que se permita el viejo catenaccio. Es una cosa y la otra, o ninguna de las dos. Es un equipo que acepta ser dominado como una fase del taoísmo del juego, y que sabe sufrir con delectación de mártir. Goza en las brasas y es versátil, cambiante; déspota con unos, cautivo con otros. Esta cualidad, que hace del vicio virtud, ya estaba en la Décima de Ancelotti : ganarle al Bayern de Pep a la contra e imponerse al Atlético del Cholo con la pelota en Isco.
Esa versatilidad suya es una riqueza. El equipo es capaz de cambiar de naturaleza, de forma, de piel durante el mismo partido y esto es el producto de una dualidad, de un ‘veteranos y noveles’: tiene una parte experta, sabia y renqueante y otra revolucionada, rapidísima y joven.
Aquí confluyen líneas claras en la política deportiva del club. Esa capacidad para elegir el modo de jugar, para pasar de dominado a dominador, la poseen sus mediocampistas, Casemiro-Modric-Kroos (CMK) con la extensión de Benzema. Esos jugadores son como guardagujas, eligen la vía, el camino, el sentido del juego. Pero esa riqueza quedaría impotente si no fuera porque está apoyada y lanzada por dos cosas muy concretas.
Por un lado, la defensa. El Madrid no ha tenido una defensa apabullante en lo estructural. Ha sido la defensa del presionado. Ha sabido, en genial rasgo de supervivencia, ser un equipo que se defendía panza arriba ante las formas más agobiantes y germanizantes de ‘pressing’. Ha defendido en el alambre, en el funambulismo, en el balcón del área o en el área misma. Eso que estuvo en el origen del Madrid de Zidane , del primero y del segundo, el ‘juntarse’, la piña solidaria, alcanzó un cierto virtuosismo.
Apoyado en Courtois y Militao, el CMK también ha sido capaz de proyectarse, de llegar, de conectar con Benzema por la velocidad nueva de los jóvenes. Entre el cerebro y las extremidades volvió el nervio motor. Se vio en la final, la conexión de Valverde y Vinicius, visible ya en la eliminatoria de 2021. Camavinga y Rodrygo, al entrar, han hecho posible la revolución en un mismo partido. De modo que ya tenemos varias riquezas: el saber jugar a más de una cosa y el tener más de una velocidad generacional.
Tres líneas del club
Si nos fijamos, estos rasgos son expresión de tres políticas del club, resumidas a su vez en tres futbolistas: Courtois, Vinicius y Benzema .
Courtois es la evidencia de una renovación paulatina de la plantilla desde la 13ª. Fichajes de clase media-alta o a final de contrato en la defensa: Courtois, Militao, Alaba y Mendy .
Vinicius es el éxito rotundo de la estrategia de fichar promesas en ciernes. Así llega una generación nueva con Valverde, Rodrygo y Camavinga.
Y Benzema es el fruto maduro de otra política: la continuidad con la que se ha contrapesado el error en los ‘cracks’ ( Bale, Hazard, Mbappé ). Casi podemos situarla en el tiempo: cuando vuelve Zidane y aborta las revoluciones de Solari (de raíz popular) y devuelve al CMK, con paso adelante de Benzema. Esa continuidad tiene expresión en el banquillo, con Ancelotti y Zidane, y en los veteranos, que se han ido puliendo, quintaesenciando, yoguis de Pintus , en un proceso de ‘culturación’ madridista en el vestuario.
Esos tres jugadores, tres políticas entrelazadas, explican el Madrid. Courtois y Benzema dominaron las áreas. Alguien dijo que fútbol es lo que pasa en ellas y que el resto es propaganda. Se invirtió y ahora se le llama suerte.
Vinicius aún fue más importante. Él le dio longitud y alcance al Madrid. Su cambio se dio con Ancelotti, pero estaba ya en los partidos de Champions del año pasado. Vinicius unió los confines, el bloque bajo con Benzema, le dio al Madrid velocidad, amenaza, potencia y una revolución que Camavinga institucionalizó desde el banquillo.
La explicación ‘mágica’ (“somos únicos”) es tentadora para el Madrid, pero quizás debería reivindicar lo suyo como fútbol puro, clásico, no solo frente al los clubes-Estado, también frente al fútbol-ideología que aspira a lo total, a lo totalizador. El Madrid , porque no puede, no quiere anular al rival, solo quiere ganarle. El Madrid devolvió a un fútbol azaroso, con una cualidad única: en todos los partidos el equipo moría un poco, moría en sus veteranos, y renacía con los jóvenes. Sus partidos dibujaban una curva, un drama, el regreso del héroe (la remontada).
Explicar el año del Madrid no es solo interesante para el club. ¿Cómo podría el fútbol, el propio fútbol, dejarlo sin explicación? La termodinámica tiene cuatro leyes. El fútbol quizás no tenga más, pero el Madrid las conoce y las respeta. Y por él se llega a ellas.
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