Bale quiere jugar el martes

El primer objetivo de los médicos y de otros profesionales que trabajan con «Gareth» es quitar de su cabeza la preocupación psíquica del temor a una lesión más. Está claro que la sugestión influye en la psique del futbolista. Y el segundo cometido es conseguir que el jugador vuelva a emplearse a fondo sin que cargue el esfuerzo en un lado de su cuerpo para evitar que se rompa el otro.

Hay que decir las cosas claras, porque con diecinueve lesiones en cinco campañas no valen paños calientes: Bale se ha roto once veces el sóleo izquierdo, la última el 26 de septiembre, y los doctores pretenden que el extremo no proteja esa zona en sus esfuerzos para pasar el desgaste a la pierna derecha. Le piden que se libere mentalmente de todas sus dolencias para que corra y juegue con naturalidad, como si nunca hubiera pasado nada. No es fácil, porque el miedo está inmerso en la cabeza y en el cuerpo del atleta. Es precisamente ese cuerpo de atleta, excesivamente fibrado , el que suscita esta serie de roturas, convertidas en crónicas en el caso del sóleo «zurdo».

Con Bale se ha ensayado todo para descubrir posibles causas de sus roturas constantes, especialmente en la pierna izquierda. Se le midieron las extremidades y se analizó su estilo de poner el pie en carrera por si era conveniente que variara su forma de apoyo o por si le hacían falta plantillas u otras actuaciones. Se han hecho estudios para encontrar otros argumentos a sus recaídas continuas. Y no se ha conseguido vislumbar cualquier anomalía no atajada ya. La única realidad es que el futbolista se recupera y cuando fuerza para ofrecer su mejor velocidad vuelve a romperse. Hay una fragilidad que el cúmulo de lesiones ha transformado en una debilidad habitual, como si el galés tuviera un talón de Aquiles al explotar todas sus virtudes físicas.

En esa preocupación mental que también afecta al jugador se incluye la presión de su precio, 91 millones, y su anhelo por demostrar su nivel. Todo engendra una pócima perversa que rompe al futbolista. Apoyado por el club, los médicos y sus compañeros, todos le han dado el consejo de olvidarse de esas presiones internas con las que se flagela y centrarse en recuperarse bien para volver a jugar sin miedo.

El británico piensa tener minutos el martes en la Copa y entrar en el engranaje de la delantera progresivamente. Su objetivo principal es mantener la plena forma para disputar el Mundial de Clubes el 13 de diciembre y el clásico el día antes de Nochebuena. Eso es lo que busca Bale, disfrutar de una noche buena de fútbol que no se rompa después por otra lesión, como le sucedió en Dortmund. Necesita un espaldarazo en el césped. Porque su moral también se resiente.