Sevilla FC
Umbrío por la pena
Menudo poema el que ha escrito el Sevilla en esta temporada: poema pobre, de sabañones y mantas con pulgas
El Golem construido por Quique Sánchez Flores es un pedazo de barro inofensivo que no hiere ni asusta a nadie. El Athletic no necesitó más de veinte minutos para pasar el rodillo a un Sevilla moribundo
Athletic - Sevilla: Convidado perfecto a la fiesta de los leones (2-0)
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónAyer en San Mamés hubo tres ovaciones a jugadores sustituidos: Muniain, Raúl García y Jesús Navas. Obviamente, las dos primeras fueron más estruendosas, pero pocas veces he contemplado un aplauso y reconocimiento a un jugador rival como el que se llevó el de Los Palacios ... en La Catedral. La imagen televisiva mostró los rostros en el palco de Del Nido Jr. y de Pepe Castro. Se les veía serios, no sé si emocionados o, sobre todo el presidente, más bien aliviados. Porque desde la tarde del miércoles en el Sánchez Pizjuán, con la vergonzosa derrota ante el Cádiz, la directiva del Sevilla F.C. ha vivido las horas más convulsas que se recuerdan. Decir eso en una temporada como la presente es decir mucho.
Navas abandonó el campo ante el Cádiz llorando. En el banquillo, intercambió unas palabras con Ocampos que parecían bastante íntimas. No sé si llegaremos a saber qué se dijeron, pero al día siguiente todo estalló. El anuncio de la marcha del palaciego fue como si un pedazo del escudo del Sevilla hubiera saltado por los aires. Venía a poner la guinda del lastimoso proceso de descomposición que atenaza al Sevilla, y que, en el choque de ayer contra el Athletic, volvió a mostrar sus encarnaduras. Después vino la rueda de prensa de Del Nido Jr., que no hizo sino añadir más perplejidad a la afición. El principal patrimonio legislativo del podemismo ha sido la Ley del «solo sí es sí». El sí es sí que, según Jr., había transmitido a Navas, al escucharlo de boca del presidente, arrojaba bastantes dudas de interpretación. Sea como fuere, el de Los Palacios remató el esperpento diciendo digo donde dijo Diego, y confirmando que ok a lo del sueldo vitalicio. La esquirla desprendida del escudo volvía a su sitio, pero entretanto habíamos conocido una noticia que nos llenaba aún más de inquietud. Resulta que el presidente había prometido sueldos vitalicios tanto a Navas como a Ramos, Ocampos, Fernando y Rakitic. Creíamos que la época de los presidentes autócratas, caprichosos y frívolos era cosa de otro tiempo, pero Jr. parece haber resucitado el old style de Gil, Lopera y compañía. Si yo fuera accionista, pongamos, de Iberdrola, y escuchara a su CEO prometiendo cargos vitalicios a consejeros, sin concretar competencias ni sueldos, revisaría de inmediato mis inversiones. La ocurrencia del presidente del Sevilla evidencia que hay muchas cosas que no están a la altura en el club, no solo la deportiva.
En lo deportivo, qué decir. El Golem construido por Quique Sánchez Flores es un pedazo de barro deforme e inofensivo que no hiere ni asusta a nadie. El Athletic no necesitó más de veinte minutos para rematar la faena. Todo lo que se vio después fue un aburrido y mediocre quiero y no puedo que, todo lo más, sirvió para que Nico Williams nos regalara momentos de inmenso brillo -el regate que le hace a Manu Bueno en el 53 es una obra maestra- y para que Aguirrezabala, el portero interino vasco, titular ayer para preservar el Zamora de Unai Simón, se luciera en las escasas ocasiones de gol que tuvo el Sevilla.
Quique Sánchez Flores firma con derrota su penúltimo partido. Nos ha salvado del infierno del descenso, pero no creo que haya ni un solo aficionado que vaya a sufrir de desamor. Seguimos juntos hasta el próximo domingo igual que siguen por inercia las parejas que están demasiado aburridas para romper su relación. Dice el madrileño que está cansado, que la temporada ha sido agotadora. Que se lo digan a los sevillistas. La temporada que está a punto de concluir ha sido todo un poema, pero uno muy bruno: poema pobre, de sabañones y mantas con pulgas. Poema de humedad y desesperanza, como esos que escribió el poeta de Orihuela mientras se lo comía la tuberculosis. Viendo a este Sevilla, contemplando su deriva, y recordando todos los momentos de gloria que ahora se ven dolorosamente lejos, se pega al paladar aquel punzante verso de Miguel Hernández: cuánto penar para morirse uno.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete