Sevilla - Barcelona: Un grande contra viento y marea (1-1)
Apeló de nuevo a su carácter heroico para sobreponerse a la pueril expulsión de Koundé y sumar ante un buen Barça
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Iniciar sesiónNo fue la despedida de 2021 que soñaba el sevillismo, que, ante todo, puede sentirse orgulloso de la resiliencia y supina competitividad de los suyos. El Sevilla es indestructible. Sobrevive a todo. Con el parte de guerra hasta arriba y jugando con uno ... menos ante el Barça por una incomprensible niñería de Koundé, demostró por enésima vez que ya es mayor. Es un grande. Resiste como tal. Nada ni nadie lo va a bajar de la lucha por todo. El último partido del año ratificó la inmensa fortaleza de los de Lopetegui y esboza una lectura para lo que viene: el equipo es segundo y destacado, así que cuando vengan bien dadas... ¿dónde situará su techo?
La película se desarrolló con un invitado esperado para dar más épica al asunto. No falló el parte. Una monumental tromba de agua saludó a los dos equipos y a los 31.358 valientes que se dieron cita en las gradas del Sánchez-Pizjuán. El chaparrón no dio tregua. En el tapete, la plaga de bajas apretó hasta la misma clausura anual. Sólo 16 jugadores del primer equipo integraron la convocatoria sevillista. El resto, jóvenes del filial. Condicionado sobre todo por la ausencia de sus laterales titulares, Lopetegui decidió hormigonar su retaguardia. Metió a Fernando de central y a Koundé y Rekik como laterales. No se fiaba un pelo el vasco de la movilidad arriba de este 'Baby Barça'. No contaba, eso sí, con la absurda 'autoexpulsión' que perpetró Koundé entrada la segunda parte.
El Barcelona, en efecto, salió respondón. Tomó la pelota. Generó problemas desde el arranque. Lopetegui se desgañitó bajo el diluvio mientras el reconvertido Fernando se multiplicaba ante el sorprendente Ferran Jutglà, un delantero incomodísimo, rápido en el desmarque, poderoso en el juego aéreo. Si bien el brasileño iba saliendo airoso de sus duelos, el Sevilla lo echaba bastante de menos en la zona de creación. Sufrió el cuadro de Lopetegui para sacar el balón jugado, con Jordán muy pendiente de Gavi por el centro y Delaney limitado en los espacios. El danés, en cualquier caso, nunca bajó la intensidad. Con tesón, en la buena línea de los últimos partidos, fue abriendo los pasillos que necesitaba su equipo.
Otro incordio en el bando azulgrana durante el primer periodo fue Dembelé, al que Rekik logró mantener más o menos a raya. Su gente lo esperaba y el Sevilla, al fin, se fue animando. El paso adelante se confirmó con un par de buenas llegadas de Rafa Mir, hasta que pasada la media de juego cayó el premio. Funcionó a las mil maravillas la pizarra de Lopetegui, aderezada con la calidad de otro de los mejores de la noche, Papu Gómez. El capitán Rakitic la puso rasa desde el córner y por el primer palo apareció el argentino para cruzarle el esférico a Ter Stegen. Sensacional la acción ensayada. 1-0. Con el Barcelona en fase descendente, Rekik tuvo el segundo para el Sevilla ante el dubitativo Ter Stegen. Todo parecía encaminado a un descanso con ventaja de los nervionenses, pero justo en la jugada que precedió al intermedio empató el Barça. También a balón parado, devolviéndole la moneda al Sevilla. Araújo le ganó el salto a Fernando y superó con su testarazo a Bono estableciendo el 1-1.
En tablas, se marcharon ambos conjuntos al descanso. El choque no haría sino crecer en intensidad en su segunda entrega. La batalla física fue a más. Y afloraron los nervios, con incidencia crucial en un Sevilla que quedó mermado por la pueril acción de Koundé. Antes, y de nuevo fruto de la estrategia, pudo decantar el partido el Sevilla con dos notables ocasiones del incansable Delaney. Luego ya vino la desastrosa pérdida de papeles de Jules Koundé. El galo cayó en la trampa de Jordi Alba, quien previamente lo había cargado pasado de fuerzas por la espalda. El defensa sevillista entró en ebullición, agarró la pelota y se la estampó en la cara al lateral catalán. Del Cerro Grande no lo dudó un segundo y expulsó a Koundé. Se marchó con la faz descompuesta, consciente de su error. Evidentemente, al Sevilla le quedaba poco más que remar, aguantar, no ahogarse en la tormenta de la media hora que tenía por delante. Lo consiguió con un esfuerzo titánico, precisando hasta de la ayuda de canteranos como Juanlu y Valentino, y celebrando la añorada vuelta de En-Nesyri. Gavi pudo marcar de cabeza, Dembelé estrelló un balón en el poste y Alba puso a prueba a Bono con los seis minutos de añadido rebasados… el punto no es malo. Sirve para corroborar el orgullo de este Sevilla lastrado por las lesiones y que es capaz de volar en la segunda posición de la tabla. Contra viento y marea. Adiós a un 2021 fantástico. El 2022 promete emociones fuertes.
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