Girona - Sevilla (5-1): El Sevilla no termina de tocar fondo

Duro baño de realidad del líder a un Sevilla sin lustre ni ambiciones; el infierno del descenso queda a un punto

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No hubo golpe en la casa del líder, quedó lejísimos, y sí un duro baño de realidad para este Sevilla sin lustre ni ambiciones. El Girona le endosó una 'manita' (5-1), lo ridiculizó. Al cuadro catalán lo separan 36 puntos ... en la tabla del equipo de Quique Sánchez Flores, una brecha sideral que lo dice absolutamente todo. El Sevilla no está para estas guerras. Las magnas empresas y el buen vino pasaron a mejor vida. Demasiado tiene el club con cruzar los dedos, apretar los dientes y ganar algún que otro partido de aquí al final de la temporada para evitar una hecatombe deportiva. El infierno del descenso se encuentra a un punto y queda una jornada menos. Dicen que este año la salvación estará 'barata' pero el tacaño Sevilla se resiste a 'comprarla'. Cuidado.

En la horrible noche de Girona, Isaac adelantó al Sevilla a los diez minutos de partido, pero un vertiginoso hat-trick de Dovbyk colocaría el 3-1 en el marcador antes del descanso. Tsygankov y Stuani redondearon la goleada de los rojiblancos en la segunda parte. Quique ha podido sembrar algún brote aunque el equipo no terminar de alzar la cabeza. En Girona, la enterró. Este equipo da la impresión de que sigue sin tocar fondo, entregado a una inquietante caída libre.

Desde el aterrizaje del técnico madrileño en Nervión son cuatro derrotas en siete partidos disputados. El saldo sigue siendo a deber; no queda otra que seguir remando. El jueves espera la tercera salida consecutiva… en el Metropolitano ante el Atlético del Cholo y con un billete a las semifinales de la Copa del Rey en juego. Quién dijo miedo. Allí hay poco que perder, pero, por contra, un enorme estímulo que podría voltear la temporada hacia algo ilusionante, por mucho que suene a quimera a día de hoy.

Sin Soumaré, por sanción, y con la Copa invitando a dosificar alguna pieza, Quique Sánchez Flores reajustó puntualmente su alineación. No tocó demasiado, aunque sí sorprendió bastante con la decisión de incrustar a Joan Jordán en la sala de máquinas del equipo. Como era de suponer, salió mal. Muy mal. El centrocampista catalán llevaba inédito en LaLiga desde el pasado mes de septiembre. Exponerlo a los punteros del campeonato, en su propia casa, no fue la idea más brillante del entrenador sevillista. Por lo demás, Quique mantuvo la defensa de cinco que parecía asentarse en el equipo… espejismo puro. En Montilivi saltó pronto por los aires, como prácticamente todos los planes de un preparador madrileño al que también le está costando lo indecible dar con la tecla. Mal Ramos. Mal Badé. Desesperante casi todo el equipo, de cabo a rabo.

Y eso que la puesta en escena del Sevilla no fue mala. El equipo salió presionando arriba al Girona, instalándose en campo contrario con personalidad. Nada hacía presagiar en esos instantes la que se les vendría encima a los nervionenses durante el primer acto. Un Sevilla atrevido en el feudo del líder que, de hecho, se adelantó en el marcador a los diez minutos de juego haciendo valer una gran acción ofensiva. La pelota le cayó en la izquierda a Pedrosa y el lateral buscó en el punto de penalti a Isaac Romero para que el canterano instalara el 0-1 en el electrónico de Montilivi con un remate inapelable. Otro gol del chaval. Tremenda su irrupción en tiempos de hambre. Tres dianas para el chico lebrijano en sus tres primeras apariciones con el primer equipo. De su inspiración dependerá la salvación… y lo bueno que tenga que venir si llega.

Parece de locos leerlo ahora, pero en ese momento el Sevilla mandaba. Convencía. El sueño se vendría abajo ipso facto, cual castillo de naipes. Un tipo enorme que emula al mismísimo Haaland destrozaría al Sevilla FC con un imponente hat-trick en apenas seis minutos, los que van entre el 13 y el 19. El gigantón Artem Dovbyk se mueve como un habilidoso extremo de barrio de 160 centímetros. Pero la realidad es que se acerca a los dos metros, se le caen los goles. Algo tendrá que ver el paraguas del City. Dovbyk encarna el poderío de un equipo de ensueño que tras 21 jornadas mantiene a raya a Madrid y Barça y quiere escribir una historia de épica. Un conjunto que baila sobrado de estrellas, porque más allá de su valioso ariete, los Savinho, Tsygankov, Yan Couto o Yangel Herrera son también otra verdadera oda al fútbol.

Dovbyk igualó la contienda con un soberbio testarazo en el que le ganó claramente el salto a Badé. Poco o nada duró la alegría nervionense. Y casi sin tiempo de respirar, el Girona asestó el segundo. Esta vez arrancó Savinho por la banda, dejando atrás a un reguero de jugadores sevillistas. La imagen de superioridad daba pánico. Los de Quique se quedaban atrás como benjamines. El brasileño conectó con Portu y éste le sirvió en bandeja el tanto al ariete ucraniano, que sólo tuvo que empujarla a las redes. Dovbyk se empachaba de goles en un santiamén. Todavía le quedaba el tercero, en el que él mismo se encargó de pintarle la cara a Sergio Ramos. El delantero agarró la bola en el centro del campo y volvió loco al camero en la carrera. Se lo llevó hasta la frontal, lo sacó del sitió y ejecutó por abajo a Dmitrovic. 3-1.

Al Sevilla, que nueve minutos antes ganaba el partido, sólo le quedaba rezar. La edad no perdona, pensaría Ramos. Más allá del internacional, la defensa se resquebrajaba por completo. Badé fue cambiado al descanso por Marcao y Nianzou pasó un suplicio en Girona con los aviones locales. El final de la primera parte pudo ser peor si el larguero no impide el cuarto del Girona. Fue Portu el que se topó con la madera.

En este Sevilla preocupa todo. El paso por vestuarios en el intermedio no arregló absolutamente nada en las huestes de Quique Sánchez Flores. Si no un calco, la segunda parte del choque volvió a evidenciar las enormes diferencias entre un equipo y otro. Ni la salida al campo de los fichajes Hannibal Mejbri y Lucien Agoumé lograron espolear algo al cuadro de Nervión. El segundo acto arrojó para empezar otro balón al palo de los locales, esta vez por parte de Yangel Herrera. Sin remedio de ningún tipo en el Sevilla, la exhibición del conjunto de Míchel continuó con el cuarto gol de Tsygankov y el quinto para echar el broche de Stuani. Miedo. Así se echó el telón a la tristísima historia de Montilivi para un Sevilla que se vuelve con una 'manita' sonrojante y se prepara para sufrir de lo lindo lo que queda de curso.

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