Almeyda se afana en asentar los cimientos de la recuperación del Sevilla FC

Almeyda se ha propuesto edificar desde sus preceptos las bases de un nuevo Sevilla, los cimientos de esa ansiada recuperación que todos anhelan en el club. Lo conseguirá o no, pero desde luego el argentino está echando el resto en ello. Con las horas extra que hagan falta en la ciudad deportiva, en su despacho, programando un catálogo de dobles sesiones para su plantel en las primeras semanas como hace tiempo que no se recordaba por Nervión. Lo suyo es un código tangible. Prueba de ello es que las sensaciones de que el trabajo está dando sus frutos están muy por encima de otras situaciones como que sólo hayan llegado dos fichajes hasta la fecha, Alfon González y Gabriel Suazo, o que el equipo sume una victoria en tres amistosos, circunstancia ésta última meramente anecdótica con apenas tres semanas de preparación en las piernas donde ha primado el punto físico, llenar los depósitos para lo que se viene.

Ahí cobra especial relevancia el papel de uno de los hombres que han llegado al Sánchez-Pizjuán de la mano de Almeyda, el preparador físico Guido Bonini, hijo del mítico Luis María Bonini, quien fuera preparador físico de Marcelo Bielsa durante dos décadas. Impregnado de la filosofía de su padre y de 'El Loco', los métodos de Guido Bonini exprimen a una plantilla que echaba en falta una preparación de alta exigencia para cargar adecuadamente las pilas de cara a la competición. Fueron los propios jugadores los que deslizaron en su momento que las cargas de trabajo con García Pimienta eran insuficientes y ello menoscababa los rendimientos. Con Bonini ocurre exactamente lo contrario. El sudor no se negocia. «Te lo juro, era una masacre», recuerda el mexicano Carlos Salcido, capitán del Chivas que dirigió Almeyda, refiriéndose a las pretemporadas con el ahora preparador físico del Sevilla. Los resultados de su trabajo, aún muy embrionarios como es lógico, comenzaron a notarse el pasado sábado en el partido con el Schalke 04, en el que llamó especialmente la atención el despliegue físico de los de Almeyda durante los 90 minutos, atributo del que han adolecido los Sevillas de las últimas temporadas. Lo hizo además ante un rival rodado que comienza su liga (Bundesliga 2) en tres días.

Otro aspecto vital que muta por momentos en Nervión con el nuevo técnico es la mentalidad. Almeyda quiere erradicar de un plumazo el victimismo, la aureola de negatividad que ha rodeado este tiempo a todos los estratos del club. Tras el empate ante el Sunderland (1-1) de la Premier League inglesa, Almeyda transmitió nítidamente su plan: «Estamos buscando cambiar esa mentalidad que te bloquea y hay que salir adelante, todos juntos. Con el apoyo de esta afición te dan ganas de salir y jugar un rato. Estamos todos con el mismo objetivo de que el año sea bueno», expresó el entrenador. Quiere a toda costa que sus jugadores y la hinchada se vean ganadores.

La propuesta futbolística de Almeyda también da la impresión de mejorar ostensiblemente lo visto en anteriores campañas. Desde la base de un 4-2-3-1, los jugadores absorben la idea de juego, transmiten seguridad en lo que hacen y se muestran solidarios en las ayudas. La presión en tres cuartos, una de las señas del argentino, es más que generosa, constante en el partido (el fondo físico ayuda a ello), provocando los errores en la salida del rival. Con la pelota, el Sevilla se va arriba con determinación, pero sin perder el criterio ni sortear balones. Los extremos entran por dentro y por fuera, e intercambian posiciones con el '10'. Hay mucha movilidad ofensiva. Señas definidas, reconocibles por fin. Sí admite el técnico que el rendimiento defensivo es bastante mejorable aún. Los fallos de concentración y alguna frivolidad facilitaron los goles del Schalke. El próximo sábado, ante un adversario de mucho nivel como el Olympique de Marsella, se verá el nivel real de preparación de este Sevilla.

Finalmente, cabe destacar el rescate que ha propiciado el entrenador de algunos jugadores que parecían prácticamente perdidos para la causa o cuando menos su validez para el proyecto 2025-26 estaba en duda. Almeyda está metiendo en la película a futbolistas como Marcao e Idumbo, quienes con confianza y minutos parecen elevar el nivel claramente, por no hablar de los delanteros, que en el amistoso de Alemania vieron puerta con cierta suficiencia. Dos dianas hizo Akor Adams y otra su compatriota Iheanacho. Pudieron ser más. Todo ello sin contar con el concienzudo trabajo del técnico con canteranos que aspiran a garantizarse su hueco en el primer plantel, como Oso, Ramón Martínez y Manu Bueno.