Atletismo
Noah Lyles se impone en un 100 desprovisto de referentes
Mundiales de Budapest
El estadounidense, favorito también en el 200, ganó en 9.83 una final sin los actuales campeones mundial y olímpico, Kerley y Jacobs, eliminados en semifinales
María Pérez logra el segundo oro de la marcha española en Budapest
La escuela española, por Ignacio Romo
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Iniciar sesiónLa final de los 100 metros, evento estelar en cualquier mundial, deja una evidencia en Budapest. La especialidad adolece de una estrella. No la hay, no la termina de haber, ni se acerca, desde que Usain Bolt dio un paso atrás. Eso fue en 2017, ... año en el que Justin Gatlin le ganó en la final del hectómetro en Londres 2017. A partir de entonces, ha habido otros dos campeones mundiales (Christian Coleman y Fred Kerley) y uno más olímpico (Marcell Jacobs). Ninguno ha repetido. De hecho, Kerley y Jacobs, campeones en Oregon y Tokio, respectivamente, ni siquiera ganaron plaza para la final esta vez. Ambos cayeron en semifinales, incapaces de bajar de diez segundos.
Su ausencia abría aún más una final ya de por sí incierta que se acabó llevando Noah Lyles en 9.83. El americano, gran favorito también para el 200, derrotó a al botswanés Letsile Tebogo y al británico Zharnel Hugues, ambos con 9.88 y plata y bronce, respectivamente.
Chris Coleman, el único de los finalistas que sabía lo que es ser campeón en el hectómetro, acabó quinto (9.92) por detrás del primero de los jamaicanos, Oblique Seville (9.88).
«Correré los 100 en 9.65 y los 200 en 19.10», dijo Lyles, de forma presuntuosa, en la previa del inicio de los Mundiales. Una declaración que provocó la respuesta de Fred Kerley, el defensor del título, presente en el otro extremo de la mesa en la única rueda de prensa concedida hasta ahora por los miembros de Team USA: «Soy Fred Kerley, este es mi título. Si Noah va a correr en 9.65, entonces yo lo haré más rápido».
El desafío fue otra fanfarronería que provocó una nueva respuesta de Lyles: «Eso es lo que dicen todos antes de ser derrotados...». El pique entre ambos, que por cierto, deberían coincidir en el 4x100 estadounidense, ha acabado llevándoselo Lyles, tipo de 26 años, extrovertido y jovial que, sin embargo, pasó un auténtico calvario durante la pandemia. Con problemas psicológicos y en terapia desde los nueve años, el velocista de Florida reveló él mismo que había empezado a tomar antidepresivos en abril de 2020 por los efectos de las restricciones del coronavirus, el aplazamiento de los Juegos Olímpicos de Tokio y por su preocupación por el racismo que motivó el movimiento Black Lives Matter.
Lyles aspira a otras dos medallas de oro. La más importante para él será la del 200, donde está convencido de poder batir el estratosférico récord de 19.19 que Usain Bolt estableció en 2009 en el Olympiastadion de Berlín. El año pasado, Lyles ganó la final del Mundial de Oregon en 19.31, convirtiéndose en el tercer atleta más rápido de la historia sobre esa distancia. Tiene margen.
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