El show de Usain Bolt

Cruzó la línea de meta con autoridad por delante de Justin Gatlin , abucheado antes del pistoletazo de salida cuando se anunció su nombre por megafonía, y con la inercia de la carrera deleitó al estadio olímpico de Río de Janeiro. De inmediato, cazó una bandera de Jamaica y la lució orgulloso durante una larga vuelta de honor. Por detrás, alegre en su trote, la mascota Vinicius, cerca del héroe.

Bolt se puso una gorra con los colores de su país y se golpeaba en el pecho, señalando su nombre. «Soy el número uno», repetía , encantadas las cámaras por el repertorio de gestos y festejos. Cada vez que veía a un compatriota en la grada, ahí que se acercaba para estrechar manos al tiempo que desde su cuenta de Twitter se publicaba un mensaje de agradecimiento. Todo programado.

Se quitó las zapatillas de oro, esas que le han llevado a la eternidad, y terminó la vuelta de honor abrazándose a todo el que le reclamaba un momento único, con el gesto característico del relámpago cada vez que gana algo. Una foto por aquí, otra por allá . Y hasta regaló la mascota que había recogido. Todo muy Bolt, incluso su interminable comparecencia ante los medios. Es el mejor, un puro espectáculo.