Enfoque

Los gordos también destacan en el deporte profesional

Aunque el ideal deportista aún se aferre a los cánones griegos de los primeros Juegos Olímpicos, las distintas modalidades precisan físicos y especialistas que se amolden a sus necesidades sin tener que mirar la báscula a la baja. El exceso de kilos también se cotiza

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Joe Kovacs, campeón mundial de peso. Bongi Mbonambi, talonador de los Springboks. Gauthier Mvumbi, pivote de la selección congoleña de balonmano. Los boyas Nicolás Presciutti, de Italia, y Roger Tahull, de España, en plena lucha. Kiradech Aphibarnrat, el mejor golfista tailandés del momento, juega en el PGA Tour ABC

Los gordos también corren. Lejos de ser una frase insultante, esta máxima recoge perfectamente el agradecimiento que se tiene en el mundo del rugby por los primeros líneas. Estos fornidos delanteros son importantísimos para ganarle metros al rival con sus espectaculares embestidas. Y así ... lo hace ver el narrador de este deporte en Movistar +, Eduardo Téllez, cada semana. «Cuando digo ese adagio lo que quiero destacar es precisamente el carácter atlético de esos delanteros a quienes llamamos popular y cariñosamente gordos. Y eso que, en las dos últimas décadas, los que antes eran obesos casi en el aspecto literal, ahora han dado paso a jugadores mucho más atléticos. Aúnan precisamente los kilos con la velocidad, convertidos en atletas totales».

El problema es la percepción popular que se tiene de los deportistas. Parece que el que no tenga un arquetipo ideal no merece esa calificación, aunque para que el rugby funcione se necesitan jugadores de todas las fisonomías. «Hoy en día la tendencia es tener jugadores totales, auténticos atletas que levantan muchos kilos en el gimnasio y tienen la velocidad suficiente para romper la línea y ganar la zona de ventaja rival», incide el periodista.

Esa circunstancia no se ve siempre desde fuera, donde parece que se denigra a todo el que no tenga un cuerpo perfecto. «No debemos fijarnos en el aspecto exterior, sino en lo que se precisa para triunfar en cada deporte. En el golf, por ejemplo, necesitamos flexibilidad y potencia de glúteos, abdomen y tren inferior», explica Kiko Luna, entrenador de Jon Rahm en los equipos nacionales de golf. «La gente se fija en la barriguita de Miguel Ángel Jiménez, que es intrascendente porque es el hombre más flexible del circuito; o en el volumen de Rahm, que es un tío enorme y que tiene un tren inferior impresionante que levanta 350 kg con las piernas. Con su tamaño y su swing, le sirve para generar una potencia descomunal que luego se ve acompañada por su talento innato».

En el fondo, todo es una cuestión de biomecánica, no de estética. «En el golf buscamos una sucesión de secuencias para buscar la máxima potencia. Esto va desde las piernas a las caderas, para llegar a los glúteos y abodminales. Y para conseguir esto no hace falta tener un cuerpo bonito, sino buenas cualidades y cierta magia», prosigue Luna, que da en el clavo con esta apreciación, pues «gente que le pega largo hay mucha, pero luego grandes jugadores son solo unos pocos. Y todos son excelentes deportistas. De hecho, según estudios del Circuito Europeo, los profesionales se entrenan cuarenta horas semanales, nueve de ellas de gimnasio, y dan 800 bolas, sin contar el juego corto, el putt y el campo». A ver si alguien que no esté en forma puede seguir este ritmo.

Antaño, cada deporte individual solía tener su ideal de practicante; luego, en los colectivos, era diferente según las posiciones que ocupaban. Mas hogaño ya no es así. «En el balonmano no hay un modelo ideal de jugador, ni siquiera para cada puesto, pues nos encontramos que puede haber diferentes perfiles con un buen rendimiento» explica el seleccionador español Jordi Ribera. «Nuestro deporte es afortunado porque podemos tener jugadores bajos y rápidos; altos y coordinados, con un buen nivel de lanzamiento exterior, o buenos defensas. Lo que sí hace falta para llegar a la élite es un buen nivel táctico y de comprensión de juego».

De vuelta a la fisonomía de los protagonistas, se acabaron los extremos delgados o los pivotes con sobrepeso. Hoy se tiende al balonmanista total. «Los jugadores utilizan la preparación física de diferente manera en función de la edad, de la formación o del mantenimiento y del momento de temporada. Pese a que hay un trabajo personalizado para cada jugador, no necesariamente va orientada al puesto especifico que ocupa, sino a la mejora en ocasiones de sus carencias para potenciar al máximo sus virtudes».

Preparación específica

Otras especialidades deportivas sí que siguen manteniendo la singularidad física de sus practicantes. Esto sucede en las relacionadas con los duelos cuerpo a cuerpo (boxeo, judo, lucha o sumo) o la halterofilia, donde las distintas categorías se marcan por el peso de cada cual. Y las hay que, sin estar divididas por los kilos, sí que fomentan tener un corpachón lo más voluminoso posible.

Así sucede con los boyas del waterpolo, que ocupan un puesto que debe exigirle el máximo a su fisonomía. «En edades tempranas ya detectamos qué jugadores, evidentemente por su cuerpo y su calidad técnica, pueden ejercer este tipo de posición y les vamos puliendo poco a poco sus posibles defectos», explica el seleccionador nacional, David Martín. «Por ejemplo, si encontramos un jugador que es muy corpulento y muy fuerte pero que le falta agilidad y necesita mejorar la técnica, pues entonces intentamos trabajar estos aspectos mejorando la velocidad, la fuerza y la resistencia. Por contra, si tenemos un boya con mucha envergadura pero al que le falta peso o fuerza, lo que intentamos es ganarlo a través del gimnasio y del trabajo de fuerza en el agua». Todo esto está justificado, según el técnico, porque «hoy en día tienen que ser nadadores con peso y envergadura, porque el tamaño importa; luego, en función de este volumen, fijamos unos aspectos u otros. Especialmente la técnica, que también es muy importante porque es una posición de mucha fatiga y en la que se requiere mucha resistencia física».

En el atletismo, con tantas especialidades, llaman la atención los lanzadores de peso y disco, también muy voluminosos. En sus casos la preparación física depende del momento del curso en el que se encuentren. Como explica Paco Fernández, profesor del INEF, «los lanzadores pueden mover mucho peso con pocas repeticiones si están haciendo fuerza o hacerlo todo lo rápido que puedan para ganar velocidad; será en función de lo que trabajen en cada momento. Para ello controlan la dieta con más calorías, con proteínas e hidratos de carbono, dependiendo de la persona».

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