LIGA BBVA
Mismo verdugo en Riazor
El Valencia, que le privó de una Liga en 1994, manda ahora al Deportivo a Segunda
EMILIO V. ESCUDERO
El Valencia, otra vez el Valencia, se convirtió en protagonista involuntario del drama deportivista. El mismo escudo que 17 años antes le había arrebatado la gloria de la Liga, se encargó esta vez de enviarle al pozo de la Segunda. Verdugo de ilusiones. ... Segadores, quizá, del futuro de una entidad que corre serio peligro de viabilidad en la división de plata. Los valencianistas volvieron a encarnar el papel de malo en la película de terror que se escenificó en Riazor. Esta vez tampoco hubo milagro y si en aquella ocasión fue Djukic el que encarnó el mal fario gallego, la grada deportivista no encontró culpables que señalar sobre el terreno de juego. Si acaso Aduriz, autor del primer gol visitante, el que ancló la angustia en las gargantas blanquiazules, que a partir de ese minuto cinco, no volvieron a animar igual, temerosas de un destino que acabó por certificarse hora y media después. [Narración y estadísticas]
La lucha por la supervivencia se alargó hasta el último minuto. Un gol enviaba el drama a Mallorca, pero el balón se negó a entrar. Las meigas, caprichosas, se olvidaron de ayudar al Deportivo y Soldado ejecutó el destino. El segundo gol, sobre el pitido final, dio paso a las lágrimas. Imágenes calcadas a las de aquel mes de mayo de 1994. La mirada perdida de Djukic, era anoche la de Valerón. La última gran figura del Deportivo . El hombre de cuyas botas nacieron los últimos éxitos del conjunto gallego, presenciaba incrédulo cómo la grada lamentaba el regreso a Segunda División veinte años después. Augusto César Lendoiro , en el palco, asistía atónito. El Depor, su Depor, el equipo que surgió casi de la nada para instalarse en el corazón de media España, era ahora el protagonista de la derrota. Tantos años después. Tantas sonrisas más tarde, que se tornaron ayer en llanto.
El mismo que brotaba de los aficionados del Mallorca, que por momentos se vieron en el pozo, y del Getafe, la Real Sociedad, Zaragoza u Osasuna. Llanto de alegría que recorrió toda España. De Anoeta al Iberostar Estadi. Del Ciudad de Valencia al Sadar. Todos acabaron celebrando la desgracia ajena. El dolor deportivista que volvió convertirse en alegría a cientos de kilómetros. Entonces, el Depor tardó seis años en levantarse. Los que pasaron entre el fatídico penalti de Djukic y la Liga conquistada en 2000. Ahora la lucha parece más complicada. Con una deuda de casi 100 millones a la espalda, el futuro no está claro. Pero el Depor nunca se rinde..
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