selección española
España hace picadillo a Irlanda y Torres cierra el debate del 9
Los de Del Bosque, muy superiores en todas las facetas del juego. Torres marcó dos goles y los pequeños hicieron magia con el balón en los pies
JOSÉ MANUEL CUÉLLAR
Salen los españoles. Bien. Todo normal. Salen los irlandeses y ¿qué es esto? Más parecían unos jugadores de rugby que se habían equivocado de campo y se metieron en la Eurocopa. Comenzó a rodar el balón y, efectivamente, se habían equivocado. Trataron al balón como ... si fuera un oval, cuando lo cogieron, que fue nunca. A los cuatro minutos, Torres les había robado la cartera y de camino se había cargado cuatro días de absurdo debate. [Así hemos narrado el partido, minuto a minuto]
Torres le robó la cartera a un señor gordo . Así como suena. Gordo. Con una cintura de estibador donde no cabía la talla 44 americana. El buen hombre, de nombre Dunne , cortó un balón de los 250 que habían metido los pequeños en el área en los primeros tres minutos. Intentó despejarlo pero mientras hizo palanca con la pierna Torres había ido a Londres, había cogido el sombrero que se lo había dejado en casa, había vuelto y le había dado tiempo a trincarle el balón para luego meter un zapatazo que dejó tieso a Given y al partido, que ya no volvió a ser lo mismo.
Lo que pasó luego fue algo insólito. Perdían los irlandeses, pero no salían de su área, mitad porque no olían el balón , mitad porque no se atrevían. Lo intentaron dos veces y la contra española casi les parte por la mitad. [Estadísticas]
La posesión española debía andar por el minuto 15 por el 99-1 (en realidad era 69-31, pero sirva la metáfora) y eso acabó por hundir el espectáculo. Como siempre que sucede esto, España empezó a gustarse en exceso . Irlanda no presionaba, ni mordía ni intentaba que el rival no respirara. Simplemente se acunó alrededor de Given para achicar agua como podía y a esperar que el aguacero no fuese un diluvio universa. Eso dejó a los de Del Bosque fuera del partido. Hizo lo de siempre: pensar que un gol metido más allá del área pequeña rival no sirve, como si el tiqui taca fuese una prolongación del fútbol sala, y así querían lograr los goles: metiéndose con el balón en la portería.
Claro, los irlandeses eran unos leñadores voluntariosos y esforzados, pero tampoco iban a dar tantas facilidades. Desesperados, sudando tinta china , fueron abortando una y otra ocasión y se fueron al descanso con un leve hilo de esperanza, por si sonaba la flauta de algún balón colgado, un descuido, algo que les diese vida.
España tocó demasiado en horizontal y poco en vertical a pesar de que los laterales ayudaron mucho esta vez, pero en el remate lo hicieron todo al revés, cuando tenían que disparar buscaban otro pase más, y cuando tenían que tocar en profundidad reculaban para seguir tocando. Tanta complacencia empezaba a ser, como mínimo, irritante. Eso sí, mientras, los irlandeses adelgazaban a la fuerza, de tanto correr detrás del balón y no tocar ni una, que eso sí que es frustrante.
A los tres minutos del segundo tiempo Silva marcó las diferencias entre un equipo y otro. Lo hizo de manera tremenda, casi regodeándose. Agarró un rechace a tiro de Given y montó un quilombo en el mismo área pequeña, allí donde cualquier jugador de fútbol tira como sea, adonde sea, con lo que sea. Silva no es de esos. Silva escudriñó todo en una décima de segundo, hizo un amago y St.Ledger picó el cebo yéndose al suelo como un obseso. Los otros dos casi se rompen el pubis en las dudas y entonces el canario vio una rendija. Allí la puso. Obrar de genio, de lo que es el enésimo pitufo que tenemos.
Irremediable puntilla
A Irlanda no le quedaba nada. Bueno, en realidad no tenía nada que dar ni que ofrecer. Given, que había evitado un descalabro durante todo el partido, siguió realizando proezas sin igual que contará a sus nietos (seguro que los tendrá en breve). Tiros de Xavi, de Torres, Iniesta . Aquello era un pimpampum, una masacre futbolística que no tenía reflejo en el marcador simplemente porque España iba a ritmo de 600, sin darse cuenta de que igual lo necesitaba en empates con Croacia o Italia para la última jornada .
Un tercer gol daba el empate como suficiente ante los croatas en el último encuentro, pero lo veían tan fácil que pensaban que no hacia falta, que todo caería por su propio peso. Y cayó porque Irlanda , que sólo tenía fuerza, se quedó sin ella, dejada toda en unos primeros minutos desgastados en buscar sombras y no encontrar más que aire y la nada.
En una contra, Torres hizo lo suyo, galopar, que es donde es el verdadero rey. Definió como los buenos y mandó el encuentro a los cambios de complacencia y a los detalles. España comenzó el rondo , un tanto vergonzante para los pobres irlandeses, a los que daba verdadero apuro ver cómo intentaban caer de pie con valentía y arrojo. Eso sí lo hicieron, pobres, pero el arrojo no evitó que les cayera el cuarto en un zapatazo lateral de Cesc. En fin, paseo militar y España que deja las cosas en su sitio. Eso sí, Irlanda siguió cantando. ¡Qué grandes!
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