Koke-Diego Costa, conexión letal

Un chaval crecido en Vallecas que hasta hace cuatro días se movía por el campo con su pelo de pincho y como pidiendo perdón, y cuyo techo hoy no se adivina. Defiende, ataca, toca, templa, centra y, sobre todo, aplica el sentido común, un valor que en el fútbol se cotiza. Koke Resurrección provoca un incendio en cada jugada a balón parado, esa suerte futbolística tan querida por Diego Simeone desde que, siendo jugador a las órdenes de Radomir Antic, consiguiera el doblete en 1996.

Koke firmó ayer una actuación memorable en el Bernabéu no sólo por su conexión letal con Costa. Su pase a Villa con el exterior del pie mediada la primera parte fue una maravilla; el delantero asturiano, muy gris, no se atrevió a empalmar el balón y perdió la oportunidad. Y, sobre todo, el remate al larguero a falta de diez minutos para el final, después de recortar a Khedira, fue una muestra de la enorme calidad que atesora el canterano.

Jugador omnipresente

Su socio habitual no falló. Costa abrasó al Madrid no sólo con el gol, sino con cada arrancada, cada salto, cada acción subterránea. Saltaron chispas con Pepe, con Sergio Ramos, con Arbeloa. El brasileño con doble nacionalidad, que ha protagonizado el debate de la semana sobre si es seleccionable con España, ya no es el agitador que acompañaba a Falcao el pasado curso, muchas veces pasado de revoluciones, amagando con dejar a su equipo con diez; es peor que un dolor de muelas para el rival y una bendición para el Atlético, una vez que ha aparcado su tradicional cruce de cables para centrarse en el juego.

Ayer fueron otros los que cardaron la lana: a la media hora del encuentro, en un forcejeo con Arbeloa, Costa recibió un codazo y un pisotón del lateral madridista que no fueron sancionados por el árbitro. Arbeloa dejó los tacos marcados en la pierna del delantero. Diego López también le propinó una patada sin balón tras un barullo en el área. Ambos se encararon después en el centro del campo. El delantero perdonó una ocasión clarísima en la segunda mitad en un mano a mano con el portero, arrancó un puñado de faltas, una tarjeta amarilla a Ramos y recibió una amonestación por protestar antes de retirarse, cojeando y agotado por la batalla.