Vettel elige la vida lenta

Como Vettel, fue el segundo piloto más joven de la historia en debutar en un monoplaza, con 19 años y 179 días, en 2007. A partir de ahí, el talento precoz: sus primeros puntos con 19 años en el Gran Premio de Estados Unidos en 2007, con Sauber; su primera 'pole', con 21 años, dos meses y once días, en el Gran Premio de Italia en 2008, con Toro Rosso, el equipo satélite de Ferrari que ayudó a reivindicar. En 2010, con 21 años y 73 días, el más joven campeón de una carrera -hasta Max Verstappen en 2016, que ganó con 18 años y 288 días-. Con 23 años y 154 días, el primer título mundial, ganado en la última carrera, por cuatro puntos de ventaja sobre Fernando Alonso. En 2013, las cuatro coronas que lucen en su palmarés, consecutivas, montado en un Red Bull, escudería que todavía vive de esos laureles. Con 26 años y 116 días, fue el más joven en conseguir un póker de esta categoría, claro. Solo por detrás, en títulos, de nombres como Michael Schumacher (7), Lewis Hamilton (7) y Juan Manuel Fangio (5), y empatado con Alain Prost.

«Soy curioso y me encanta la gente con pasión y buenas aptitudes, estoy obsesionado con la perfección», relata en el vídeo. Así fue su camino. Nació en Heppenheim (Alemania) el 3 de julio de 1987. Creció en los karts, como casi todos. Se alimentó de las proezas, y de los consejos, de Michael Schumacher, como muchos. Se sentó al volante de un Ferrari, como muy pocos. Les discutió títulos a Alonso y a Lewis Hamilton, como en 2017 y 2018 -quedó subcampeón-; como casi nadie. Y echa el freno después de dieciséis años en la exigencia de la Fórmula 1, después de tres ajustándose en el Aston Martin a unas modificaciones técnicas con las que no estaba de acuerdo; con 290 grandes premios hasta ahora, 53 victorias (tras Hamilton, 103, y Schumacher, 91), 57 poles y 122 podios. Sin el sabor del champán desde Singapur 2019, con Ferrari.

Rostro de eterno adolescente, sonrisa perenne, dicharachero y agradable con todos cuando las cosas salían bien, desde que se sentó en la escudería de su ídolo Schumacher en 2015, también mostró su rostro más huraño, monosilábico y hasta irascible. No se cumplieron las expectativas y se sucedieron las maniobras a destiempo y las sanciones; 14 triunfos y triste despido en 2020.

Atípico dentro de las excentricidades del circuito, bautizaba a sus monoplazas cada temporada con nombres de mujer: Julie, Kate, Abbey, Hungry Heidi, Suzie, Eva, Gina, Kinky Kylie, Margherita, Honey Ryder... Le costó nombrar al de esta campaña, ya vislumbrando que podría ser la última. Al Vettel maduro le estaba costando adaptar el Aston Martin a la nueva Fórmula 1, en la que deja «en buenas manos»: «La nueva generación ya ha llegado. Gracias por dejarme compartir la pista con vosotros, he disfrutado cada momento», cita en el vídeo.

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Con 35 años le pesaban cada vez más los kilómetros fuera de casa. «La Fórmula 1 ha sido una parte central de mi vida desde que tengo memoria, pero tan importante como mi vida dentro de la pista es mi vida lejos de ella. Mi pasión viene con muchos sacrificios y quita mucha energía. Comprometido con lo que creo que es correcto, no es compatible con mi deseo de ser un gran padre y marido. Mi objetivo ha cambiado: de ganar carreras a ver crecer a mis hijos, ayudarlos cuando se caigan, escucharlos cuando me necesiten y no despedirme. Sobre todo, aprender de ellos y que me inspiren». La vida lenta.