Leclerc aparta a Verstappen de la pole en un chasco de Alonso

La clasificación de Mónaco es una ración de estrés en primer grado. El tráfico de coches en una pista tan corta convierte a Montecarlo en una ratonera en la que todo se iguala. Le sucedió a Fernando Alonso, uno de los cinco primeros eliminados en la Q1 junto a Checo Pérez.

Dos sorpresas totales, aunque no tanto si se tiene en cuenta el atasco en la pista y que a alguno le tiene que tocar. En su último intento, Alonso no pudo hacer una vuelta limpia, casi nunca se puede en Mónaco, y no mejoró el crono que lo ubicaba en la posición 13.

El asturiano había mostrado mucho más ritmo durante las prácticas libres, fue tercero el viernes por la tarde, pero ese giro con exceso de coches y el progreso de los rivales le desplazaron muy lejos de su objetivo, decimosexto en la salida de hoy.

«Los coches no pueden desaparecer de la pista, en Mónaco hay que estar en el sitio y el momento adecuados, y hoy hemos estado en el sitio equivocado», lamentó el piloto español, que reside en Mónaco.

Y lo mismo para Checo Pérez, que partirá decimoctavo con el Red Bull, imposible mejorar en el último intento con tráfico. «Esto es una broma», se lamentó el mexicano.

La cuestión se normaliza en la Q2 porque siguen adelante los favoritos y caen pilotos previsibles. Ocon, Hulkenberg, Stroll... La igualdad en la zona alta es tremenda, milésimas entre los cuatro primeros, que son los dos McLaren, Norris y Piastri, el Ferrari de Leclerc y el Red Bull de Verstappen. Sainz hizo una buena vuelta potable, que le sirve para continuar hacia la última ronda.

Leclerc, que había suavizado el ritmo en la Q1 y la Q2, pone todo lo que tiene encima de la mesa en la Q3. Roza los muros, exprime el Ferrari, vuela en su ciudad. Y consigue la pole que había anunciado durante todo el fin de semana.

Es un gran resultado para Ferrari porque Carlos Sainz firma una gran vuelta y se ubica en tercera posición, lo que le da grandes opciones de subir al podio en el Principado. Tiene a los McLaren de Piastri y Norris a su vera.

Esta vez muerde el polvo Max Verstappen, que ya no puede esconder la igualdad que ahora se impone en la F1. El Red Bull ya no es intocable, los adversarios han progresado y el coche energético tiene menos margen de mejora.