fórmula 1
El día que Juan Pablo II salvó a Robert Kubica
Se cumplen cinco años del pavoroso accidente del polaco en Canadá. Hoy, aún convaleciente de otro siniestro, su regreso se ve más lejano que nunca
No será un fin de semana cualquiera para Robert Kubica . Desde su retiro forzoso en Italia el polaco verá por televisión un gran premio muy especial para él. En Canadá consiguió en 2008 su única victoria en la Fórmula 1 . Y ... en ese mismo lugar sobrevivió un año antes a uno de los accidentes más terribles que se recuerdan en la historia de los grandes premios. Tras tocarse con Trulli, su monoplaza saltó sin control a la hierba, chocó contra el muro y rebotó por el asfalto hasta acabar contra las protecciones del otro lado de la pista. La imagen resultaba dantesca. El bólido prácticamente se había desintegrado —sólo el cockpit permanecía intacto— y el piloto yacía inmóvil dentro del habitáculo.
Durante los siguientes minutos se temió lo peor, pero el piloto salió del envite con una conmoción cerebral y una torcedura de tobillo. Una nimiedad para lo que podía haber ocurrido. ¿Cómo explicar que se ha resistido a un impacto a 280 kilómetros por hora? Kubica ofreció su propia teoría: "Ha sido Juan Pablo, él me ha salvado". Se refería a Juan Pablo II , el Papa de Wadowice fallecido en 2005.
El piloto polaco sentía devoción por su compatriota. Hombre de profundas convicciones religiosas, un rara avis dentro del Mundial de F-1, Kubica siempre llevaba en las carreras una fotografía del Pontífice dentro del mono y su nombre serigrafiado en el casco. Creía firmemente que la intercesión de éste le había librado de la muerte.
Un año más tarde regresó al mismo escenario y demostró la clase de piloto que es. Olvidando sus miedos, Kubica realizó una carrera impecable y se aupó por primera vez a lo más alto del podio. El chico serio y callado, el anti héroe de la Fórmula 1, gozaba de la gloria mundialista por primera vez.
Hoy en día, Robert Kubica sigue convaleciente de otro accidente mucho menos aparatoso pero bastante más dañino . Disputando un rally en el norte de Italia un guardarraíl casi le sesgó el brazo derecho. Lleva un año y medio apartado de los circuitos y su regreso es una incógnita cada vez más difícil de resolver. Hay poca información sobre su estado real y los dimes y diretes en el paddock son confusos. Hay quien dice que ya se ha subido a un simulador; otros aseguran haber escuchado que apenas puede sostener un vaso con la mano.
Hace cinco años Kubica esgrimió la fe para explicar su increíble salvación. Ahora debe agarrase a ella de nuevo para intentar que su enorme talento vuelva a disfrutarse en las pistas.
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