Rivales íntimos desde la cuna

Ocurre que Hamilton y Rosberg son amigos desde chavales. Los circuitos de kárting juntaron sus destinos mucho antes de coincidir en Mercedes. Incluso llegaron a compartir equipo durante una temporada, en 2000. Aquel año, Hamilton se proclamó campeón de Europa por delante de Rosberg.

Tantos momentos compartidos en las pistas labró entre ellos una extraordinaria relación que se acrecentó cuando Hamilton, al poco de llegar a la F-1, se trasladó a vivir a Mónaco, lugar de residencia de Rosberg desde crío. Ambos se convirtieron en vecinos del mismo edificio en Fontvieille, una de las zonas más lujosas del ya de por sí ostentoso Principado. En esos tiempos, Hamilton se presentaba sin avisar en el apartamento de Rosberg cuando el inglés se encontraba con la nevera vacía. Incluso hizo que su compañero custodiara su caja fuerte durante meses.

El buen rollo entre ambos no cambió cuando Mercedes anunció el fichaje de Hamilton hace ahora dos años. Al contrario, la escudería alemana se congratulaba de volver a juntar a dos pilotos que se llevaban tan bien.

Así pasaron 2013, en un clima de cordialidad y respeto donde, además, ambos pilotos terminaron razonablemente satisfechos con su resultado final: Hamilton por delante de Rosberg en el Mundial, pero éste con una victoria más que el piloto inglés.

Sin embargo, contar con un coche tan abrumadoramente ganador como el Mercedes de esta temporada amenaza con romper el equilibrio entre los dos pilotos. Ambos han comprendido rápido que se enfrentan a una pieza de caza mayor y han iniciado las hostilidades el uno contra el otro.

En la pista aún se respetan, pero fuera de ella empieza a haber signos de que su relación está, cuando menos, deteriorada. Hamilton aprovechó la llegada a Mónaco para criticar el estilo de vida de su compañero: «Vengo de un lugar no demasiado bueno como Stevenage, donde dormía en un sofá en el apartamento de mi padre, mientras que Nico creció en Mónaco rodeado de jets, hoteles y yates. Nuestro ansia por ganar es distinta». Rosberg, por su parte, acusa a Hamilton de no pasar el tiempo suficiente con los ingenieros para mejorar el monoplaza. Ya ha avisado también de que no tiene intención de invitar al inglés a su boda.

La guerra psicológica entre Hamilton y Rosberg se ha convertido en una de las pocas esperanzas de que cambie el rumbo de este campeonato monocorde. Alain Prost, cuatro veces campeón mundial y protagonista en los históricos duelos con Senna, ve normal este distanciamiento y alerta de las consecuencias negativas que puede tener en el, a priori, idílico futuro de Mercedes. «Es muy raro que tengas una amistad de verdad hasta el final, especialmente cuando estás luchando por el título», asevera el francés. «Cualquier pequeño roce dentro del equipo o en la pista puede generar un conflicto grave de forma rápida».