Italia celebra su primer triunfo con Dainese

El día nace con una dimisión esperpéntica. No sale el eritreo Biniam Girmay, la joya negra que siembra de contenido cada paso que da puesto que hace historia como primer ciclista negro en conquistar hitos en el calendario. El tapón de la botella, que salió demasiado pronto, y su falta de costumbre al colocarse delante del vidrio justo después de ganar a Van der Poel le deja KO. «Mi ojo necesita descanso y recuperación», dice el africano después de pasar por el hospital y comunicar por vídeo que abandona el Giro.

Golpe a la excitante noticia del vuelo que coge el ciclismo africano con Girmay y retirada surrealista que pone de manifiesto el peligro del champán y el podio en esta edición. A Van der Poel le pasó lo mismo en Hungría, aunque el esquivo corcho le atizó en el hombro.

La etapa es un sopor, pues de todo tiene que haber en el ciclismo para repartir juego entre los concursantes. Los velocistas serían ya una especie en extinción si no fuese porque este deporte aún conserva alma y los organizadores no ceden a la tentación de suprimir estas jornadas en las que los ciclistas se cansan por la altísima velocidad en el llano y los espectadores desertan porque nada interesante sucede. Solo Carapaz, que arranca tres segundos en un esprint bonificado y ya está a doce de Juanpe López.

El Alpecin, siempre protagonista, equipo fantástico, asusta al pelotón con el latigazo de De Bondt, al que cazan a 1,3 kilómetros de la raya.

En el esprint asoma Cavendish, comparece el colombiano Gaviria, puede ganar Demare y se suman nuevos protagonistas a la 'volata'. Uno de ellos, el italiano Alberto Dainese, remonta desde la última fila, quinto en el tramo final, para lograr el primer triunfo de los locales en esta ceremonia rosa.