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GOLF

Un tigre más humano, la misma fiera de jugador

Los problemas de Woods en la última década han producido un campeón diferente

Tiger Woods se abraza a sus hijos ante la emoción de su madre, Kutilda REUTERS

MIGUEL ÁNGEL BARBERO

Algunos pueden llamarlo cura de humildad, otros fuerza de voluntad. Incluso habrá quienes aboguen por el karma para explicar que lo que tenga que pasar, pasará. Pero no cabe duda de que mereció la pena esperar una década para ver el nuevo Tiger Woods ... que se ha reincorporado al olimpo del golf. La chaqueta verde lograda ayer en Augusta la recibió con una explosión de júbilo mucho más intimista y sincera que la exhibida en las catorce veces anteriores en las que celebró un triunfo del Grand Slam . O las ochenta en las que había festejado un título del PGA Tour . Porque lo conseguido ayer en los jardines del National fue mucho más allá de ser un eslabón más en la cadena por alcanzar los dieciocho grandes de Jack Nicklaus o de haber empatado los 81 triunfos de Sam Snead en el Circuito. Ayer, por vez primera, no había ganado para él, sino que lo hizo para su familia.

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