Schumacher se deja querer
Hace tres años, con Fernando Alonso camino de McLaren y Michael Schumacher con su vida mirando al asilo deportivo, el bicampeón español soltó la frase en la sobremesa de una cena amistosa en un restaurante a las afueras de Oviedo. «Éste vuelve», afirmó convencido y ... rocoso como es, con un ligero asentimiento de cabeza cuando su auditorio arqueó la ceja, masticando la duda. Éste tenía nombre y apellidos: Michael Schumacher.
El vaticinio de Alonso estuvo a punto de plasmarse en realidad el pasado verano, cuando Stéfano Domenicali -el patrón de Ferrari- lo reclamó para sustituir al dañado Felipe Massa. Ferrari y su embajador no llegaron a un acuerdo. La explicación oficial fue que el cuello del alemán no soportaría el tirón físico de la competición. Otras versiones apuntan a que, como siempre, fue su majestad el dólar el causante del desencuentro.
Por ese motivo o por el manido fin de ciclo, Schumacher ya no pertenece a Ferrari. Y la cascada de especulaciones ha regresado. Desde Alemania se garantiza que el heptacampeón, con 40 años para cumplir 41 el próximo 3 de enero, regresará a la Fórmula 1 con la escudería Mercedes (ex Brawn) y que el compromiso -por un año- se anunciará la próxima semana si los médicos dan luz verde.
Los analistas hablan y no paran sobre los motivos del presunto regreso. La afinidad del germano con Ross Brawn, el gurú que le ha entregado un título a Button y que contagió su espíritu a Ferrari en las cinco coronas rojas de Schumacher, el reclamo del dinero -el runrún hace referencia a siete millones anuales-, aunque por encima de todo está la soberbia, el orgullo de los que lo han sido todo. El Armstrong de la Fórmula 1 que se resiste a envejecer.
«La firma del contrato no es más que una formalidad», escribe el Bild en su edición de ayer citando fuentes próximas a Schumacher. «Está en plena forma y sano. Así lo dicen las últimas pruebas».
Diversas fuentes de información contactaron ayer con Sabine Kehm, la jefa de Prensa personal del piloto. Ni desmintió ni confirmó nada. Dejó que el río suene. Lo mismo hizo Mercedes, que calificó el asunto como «especulación», pero no negó las informaciones. La multinacional teutona del automóvil compró Brawn este invierno y ya ha confirmado uno de sus volantes para el también germano Nico Rosberg.
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