Suscribete a
ABC Premium

Clausura para el año que nadie comprendió

No hace más de ocho meses, Fernando Alonso saludaba pletórico al sol de Australia. «Estoy a tope», soltaba sonriente. El mismo rictus profería Felipe Massa entre su colonia de amistades, recortada la distancia en prestigio y pujanza en Ferrari respecto a Raikkonen. Algo parecido decía ... Hamilton, el campeón del mundo que vive en un permanente cuento de hadas en McLaren. Lucía en Melbourne el habitual decorado en cartón piedra, perfectamente identificable por los aficionados españoles: coches y promesas, ilusión y millones, Flavio Briatore, Ron Dennis, el odio irracional a Hamilton, el mando a distancia de Bernie Ecclestone, las bellezas despampanantes, demasiadas carreras aburridas, adelantamientos en los garajes, todos con Alonso salvo un nutrido grupo de antis... La Fórmula 1 y su dimensión española. Nadie, ni el optimista de los chicos Brawn, podía imaginar lo que vino después.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia